En contraste a la religión, la filosofía no da respuestas. La filosofía es el arte de efectuar cuestiones, que son el faro importante para buscar por medio de la experiencia las respuestas fundamentales del arte de vivir. Preguntarse sobre el planeta que nos circunda contribuye a entender el planeta y las situaciones que lo constituyen. Al ver la verdad con visión panorámica y, al tiempo, con aspecto, acostumbra llegarse a conclusiones que amplían nuestro conocimiento. La filosofía contribuye a advertir y sobrepasar tendencias impuestas, pequeñas dictaduras sociales o patrañas de forma interesada difundidas. El pensamiento filosófico ayuda a proponerse quién soy, por qué razón soy y por qué razón soy. Esta actitud marca ahora por sí sola un cambio incontestable. Definitivo.
Ciencia
El emprendimiento de realizar el ambiente comprensible y, en último término predecible, sobre la base de la prueba, la razón y el consenso, es el propósito central de la ciencia. De esta manera, no es congruente con las opiniones que admiten la suspensión temporal del accionar regular y demostrable de la naturaleza, los milagros. No es requisito admitir ninguna idea para comunicar lo que el día de hoy tiene por nombre conocimiento científico; hay un planeta real que nos circunda y también incluye. No es un grupo de opiniones diferentes o una “novedosa religión”; sus desenlaces son temporales, esto es, siempre y en todo momento están sujetos a ser editados frente novedosa prueba o datos mucho más precisos, pero precisamente no son fruto de la civilización o el instante popular, como aseguran quienes la ignoran o no la comprenden. La presunción de que hay un planeta material en el que nos encontramos metidos piensa que su vida es sin dependencia de la conciencia que contamos. Las objeciones del relativismo cultural que dejan una parte de la filosofía y la sociología contemporáneas son ignoradas por quienes hacen ciencia, cuyo éxito es visible por el cambio en la sociedad en sus puntos, de los familiares a los de largo aliento.
La ciencia, especialmente la natural, transporta a la cabeza toda clase de cuestiones sobre lo que nos rodea; ¿hay algo mucho más pequeño que el núcleo atómico, o algo mayor que el cosmos que observamos en una noche constelada? Al tiempo, cimbra de forma sólida lo que entendemos y no va a mudar; el Sol es un elemento cerca del como la Tierra se desplaza, los rayos X penetran varias cosas y dejan fotografiar nuestros huesos, se tienen la posibilidad de trasplantar un corazón o un hígado, y volar a cualquier ubicación o andar a cualquier puerto. Y considerablemente más certidumbres.
Iglesia: Promotora de la ciencia
Para finalizar, se puede destacar que si la religión fuera contraria a la ciencia, siempre y en todo momento la resistiría. No obstante, la Iglesia católica fué una enorme promotora de la ciencia por medio de los siglos. De esta forma lo prueban los hechos históricos. Por poner un ejemplo, es bien conocido que las universidades tienen su origen en la Iglesia católica. Las primeras universidades medievales nacieron desde las academias palaciegas, monásticas y episcopales que ya están desde la Edad Media. Se formaban expertos en la investigación científica y la enseñanza del pensamiento crítico con el propósito de prosperar la sociedad.
En verdad, las universidades de investigación de europa se remontan a la fundación de la Facultad de Bolonia en 1088 y la de París, cerca de 1160. En el momento en que las universidades de europa se concentraron en la ciencia y la investigación en siglos XIX y XX, lo hicieron sobre los argumentos de la educación católica que las antecedía, cuyos principios y filosofía dieron forma a la facultad actualizada de nuestros días.