que gran suerte que de tantas religiones que hay

Zacarías 12, diez-11; 13,1: “Mirarán a quienes traspasaron”. Salmo 62: «Señor, mi alma tiene sed de ti». Gálatas 3, 26-29: “Cuántos fueron bautizados en Cristo se han revestido de Cristo”. San Lucas 9, 18-24: “Tú eres el Mesías de Dios. Es requisito que el Hijo del hombre padezca bastante”. Lastimosamente se han dividido las comunidades en toda la zona de los Altos de Chiapas. Un catolicismo superficial y lleno de tradiciones no ha resistido al embate de las mucho más distintas maneras de religiosidad. Se da el en el caso de que en una pequeña red social de prácticamente cien familias hay hasta 4 o cinco distintas designaciones religiosas. «¿Por qué razón hay tantas religiones entre nosotros?», me preguntaban los pasados ​​días. Y yo, mañosamente, volvía el interrogante intentando de llevar a cabo pensar: “¿A quién prosigue todos los conjuntos? ¿Por qué razón se apartó este conjunto de su previo denominación? ¿Quién es el líder de los de esa banda? ¿Por qué razón se apartaron los de semejante región?”. Y al ir dando sus respuestas podemos encontrar que la creación de “iglesias” ha obedecido a antojos, divisiones y ambiciones. Se prosigue mucho más líderes y pseudopastores que Cristo. ¡La religión es solo un motivo que disfraza los auténticos intereses! ¡Nos hemos olvidado de Jesús! Tal y como si quisiese que devolviéramos a nuestros orígenes el papa Francisco con insistencia nos confronta y nos pide pensar si nuestra vida está según lo que enseña y desea Jesús. De ahí que, este episodio que nos relata San Lucas es de escencial relevancia para los seguidores de Jesús. Debemos percibir constantemente el interrogante que hace a sus acólitos: “Y ustedes, ¿quién comentan que soy yo?”. Si las comunidades cristianas dejamos apagar nuestra fe en Jesús, perdemos nuestra identidad y nos convertiremos en una organización mucho más, un partido mucho más o un capricho popular. Sin Jesús no acertaremos a vivir con audacia creativa y activa la misión que Él nos confió; no nos atrevemos a combatir el futuro confiados en la noticia de su Espíritu; nos asfixiaremos en nuestros egoísmos y mediocridad. ¿Quién es Jesús el día de hoy para nosotros? Esta no es una pregunta alguno, es el interrogante que con insistencia nos hace exactamente el mismo Jesús a todos nosotros. Es una pregunta cariñosa que espera ansiosamente una contestación viva. Quizás ahora vamos a estar intentando encontrar la mejor contestación y nos acomodaremos a las expresiones de Pedro para asimismo nosotros sentirnos satisfechos: “El Mesías de Dios”. Y vamos a encontrar muchas otras definiciones que se acomoden a nuestros pensamientos y estados de ánimo: el Hijo de Dios, nuestro Pastor, nuestro Amigo… pero Jesús pregunta en la privacidad y en toda seguridad quién es Él para ti, qué significa en tu vida. Ya que si bien llenamos de títulos y honores a Jesús, lo que Él espera es una contestación viva y cariñosa. Desea que le mostremos el fruto de nuestro acercamiento con Él y no tanto nuestros entendimientos de religión y de tradiciones. No le vamos a poder decir enserio que es “El Mesías de Dios”, si nos conformamos con una vida llena de ruindad, de corrupción y de patraña. Es simple decir que Jesús es el Mesías, exactamente la misma Pedro, pero hacernos suecos a las próximas expresiones donde destaca la centralidad de la cruz, la distribución desprendida, la desaparición por amor y la resurrección. Pedro no aguardaba eso. Soñaba con el liberador que debería machacar a los contrincantes, con la seguridad de su reinado, el acatamiento de los pueblos contrarios, pero no imaginaba el sendero del rechazo y del aparente fracaso. Tras la declaración de Pedro está la concepción de un Mesías nacionalista, guerrero, triunfal, político, de manera fuerte y ​​poder. Y nada de esto coincide con lo que Jesús siente, con lo que pelea y lo que sueña con salir adelante. Quizás nos pase igual a nosotros: al confesar a Jesús como nuestro Mesías nos encontramos deseando garantizar nuestro futuro pero no nos encontramos prestos a comunicar sus sueños, sus enseñanzas y sus ejemplos. No aceptamos su fuerza para humanizar nuestras vidas, dejar en libertad a nuestras personas y dirigir la historia humana hacia la auténtica resurrección. En el momento en que Jesús nos solicita que tomemos su cruz, nos está invitando a un cambio extremista de vida y dejarnos irrumpir de su amor y predilección. Nosotros colgamos su cruz en nuestro pecho, pero no la ubicamos en el centro de nuestra vida. Mientras que lo confesamos y lo reconocemos, vivimos de espaldas a Él, sin comprender realmente bien de qué manera era y qué deseaba. Nos comportamos como integrantes de una religión pero no como acólitos suyos. Y ser cristianos es frente todo establecer una relación íntima con Jesús, hablar con Él, confrontar nuestra vida con sus mensajes. Las expresiones de Jesús: “Si alguien desea proseguirme…”, ponen la vida, la salvación y la realización de sus acólitos en una íntima relación con la adhesión a su persona. En el momento en que nos aproximamos realmente a Jesús, estamos a Alguien vivo y palpitante, Alguien que nos prosigue atrayendo pese a nuestras cobardías y mediocridad, Alguien que nos quiere pese a nuestros descalabros. Ser católico no es una cuestión de ideologías, es una cuestión de amor. Nuestra fe cristiana no se apoya en verdades, sino más bien en Jesús que es la realidad. Nuestra fe está sostenida en el acercamiento personal que tengamos con Él. No es poner la promesa en estatutos, sino más bien en la vida compartida con Jesús. No es hallar amuletos de buena suerte o religiones de falsa felicidad. Es verdadero acercamiento con quien nos quiere y se atreve a cuestionarnos quién es para nosotros y qué es lo que significa en nuestra vida. El día de hoy vamos a deber preguntarnos con seriedad nuestro “ser católico” y conocer si en la base de nuestra vida y de nuestro accionar está Jesús. Como empieza este pasaje en oración, asimismo nosotros en oración, en privacidad, respondamos a Jesús. ¿Creo seriamente en Él? ¿Quién digo yo que es Jesús? ¿De qué manera pruebo en mi vida que soy su acólito y que sus especiales y sueños son los que mueven la trama de mi historia? Señor Jesús, deseo que seas para mí, fuerza que me empuje a trabajar por tu Reino, fe que me asista a sentirte siempre y en todo momento presente, promesa de que me anime en el desánimo, amor que me enseñe a denegar- me para ofrecer lo destacado de mí. Amén.

El papel del azar

Como un caso de muestra que detalla lo que opínan varios estadounidenses sobre estas cuestiones, la vasta mayoría de los mayores estadounidenses suscriben, por lo menos medianamente, la iniciativa de que el padecimiento hay que a la suerte, aseverando que la oración “de cuando en cuando las cosas malas sencillamente suceden”, detalla su criterio realmente bien (44%), o (42%). No obstante, asimismo es común que varios ciudadanos americanos sientan que el padecimiento no es algo que sucede en balde. Mucho más de media parta de los mayores estadounidenses (61%) considera que el padecimiento existe para proveer una ocasión a la gente de “volverse mucho más fuertes”. Y en un grupo de cuestiones separadas sobre distintas opiniones religiosas o espirituales, 2 tercios de los estadounidenses (68%) afirmaron que «todo en la vida pasa por una razón».

Varios estadounidenses aseguran que la culpa por el padecimiento que pasa en el planeta recae sobre los individuos o sobre las instituciones sociales. Precisamente siete de cada diez mayores (71%) aseguran que las próximas afirmaciones describen sus opiniones o puntos de vista cuando menos un tanto bien: “El padecimiento es primordialmente la consecuencia de las propias acciones de la gente”. Una proporción afín de todos y cada uno de los mayores (69%) manifiestan acompañamiento por la declaración “el padecimiento es en la mayoría de los casos el resultado de de qué forma la sociedad está estructurada”.

Dios es especial

Si Dios es especial y existe el bien y el mal entonces Dios creó el bien y el mal. Un bien especial y un mal especial. Pero según la Biblia el mal no lo creó Dios. Si Dios no lo creó entonces alguien mucho más existía al lado de Dios para crearlo y en un caso así debe existir mucho más de un Dios.

De todos modos lo que observamos solo es «especial» ahora mismo merced a la evolución. Pero lo que el día de hoy es especial mañana ahora no es así. Hace millones de años no había humanos y solo había células perfectas. Y antes de eso solo había compuestos químicos idóneos.

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