puntos de encuentro y enfrentamiento entre política y religión

«Los inconvenientes políticos de todo el mundo moderno son en último caso religiosos» Religion and the Modern State (1935)

En el primer mes del año de 1815, Joseph de Maistre redacta a su pertinente y amigo el conde de Bray, que «Toda Europa es testigo de una fermentación que nos ha conducido a una revolución religiosa y la revolución política de la que fuimos presentes solo fue su horrible prefacio»1. Es quizás la primera afirmación de la naturaleza pseudorreligiosa o cuasireligiosa de la Revolución Francesa. Christopher Dawson la recopila circunstancialmente en las páginas de este libro, con lo que no es moco de pavo sustraerse a la impresión de que Los dioses de la Revolución es algo mucho más que un libro sobre la revolución, su preparación y sus secuelas. Lo que da congruencia a sus páginas, en las que se remonta al siglo XVI para conocer las fuentes del pensamiento innovador europeo, en primera instancia liberal, hasta llegar a la última posguerra mundial, es el avance de su iniciativa, precisada ahora en años veinte, que la religión es el germen de toda civilización y, además, que en situaciones inusuales la religión se expresa imperiosamente por vías bastardas2. En este sentido, Los dioses de la Revolución de Christopher Dawson ocupa un espacio aparte en la historiografía sobre 1789, complementario del caudal primordial –político, popular o económico– y asimismo, por qué razón no, del accesorio –demográfico3, teoría de los ciclos históricos4 y del cambio5–.

cristo

Lo que el creador da es ya que una interpretación religiosa del cataclismo innovador francés.

Conclusiones

En el siglo XX con el apogeo de las ideologías brotaron las religiones-políticas, con la caída de las ideologías o los metarrelatos brotaron las religiones a la carta, el individualismo espiritual fue – es– el cobijo de la creencia religiosa desinstitucionalizada, y mucho más aún con el fenómeno de la globalización.

Las que han caído terminantemente son las considerables instituciones religiosas como únicas intermediarias de la creencia y como hierofantes del rito, pero prosiguen siendo capaces de convocar voluntades en ciertas coyunturas sociales. Hay espacios y alegatos que se han desacralizado pero otros fueron resignificados para continuar siendo nichos de religiosidad. En lo que se refiere al sistema de opiniones no existe rincón para apps mecanicistas del materialismo vulgar, nuestra situación es mucho más complicada.

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