En la mitad de la variedad de visiones de todo el mundo y de reacciones morales que se entrecruzan —pacífica o ferozmente— en la sociedad de hoy, la fascinación que provoca el Arte en sus distintas manifestaciones le convirtió en entre los pocos puntos de acercamiento en la mitad de nuestro planeta plural a la par que nihilista, donde las ideas perdieron prácticamente toda su fuerza reveladora sobre el ser del hombre y la naturaleza. En verdad, la Modernidad, desde el desprestigio kantiano de la Metafísica, erigió la Estética filosófica como única especialidad válida para el saber del ser, exactamente por fundamentarse en una experiencia sensible que deja llegar a juicios universales sin pasar por el discurrir en teoría engañoso de la razón. Puede decirse que la Estética como ciencia es un comprender moderno y lleno de cuestiones incontestadas o debatidas extremosamente. Entre ellas está la relación de la obra artística con el juicio ética del hombre, que necesita una reflexión sosiega sobre la esencia del arte y la conciencia ética. De ahí que estas páginas desean ser un llamamiento al equilibrio entre el esteticismo (el arte impone su ética a todos y cada uno de los órdenes de la vida) y el moralismo (la ética, del tipo que sea, domina sobre las leyes internas de la obra artística y establece su validez estética), posiciones del mismo modo dañinos para estas 2 vertientes fundamentales del obrar humano. De manera sintética, solo deseo apuntar ciertas implicaciones mucho más sustantivas entre la obra artística y la conducta ética del hombre, basándome en una antropología verdadera abierta a la trascendencia cristiana.
Frente todo, hay que avisar que no comprendo a Arte y Ética como 2 alegatos enfrentados, sino más bien armónicos por naturaleza, por mucho que históricamente se hayan abordado desde aquella visión antagónica. Si el Arte tiene algo que decir sobre el hombre, sus logros solo van a poder enriquecer su historia ética. Y si el artista –y el contemplador del Arte– es un humano, asimismo va a tener una conciencia ética que no puede traicionar representando a una supuesta Hermosura sin dependencia. Arte y Ética nacen de exactamente la misma urgencia del hombre por hallar su plenitud, solo que discurren por vías distintas en el mismo territorio humano. Va a haber que saber, ya que, cuál es el nivel de autonomía y cuáles son los puntos de confluencia en este territorio común.
‘Guernica’ y ‘Mujer en sofá colorado’ de Picasso
A Pablo Picasso el vandalismo le ha tocado múltiples ocasiones. La primera con su cuadro mucho más político, El Guernica, que en 1974 fue pintado con aerosol en el momento en que se encontraba expuesto en el MoMa.
El 28 de febrero de 1974, Tony Shafrazi, escribió sobre el Guernica «Kill lies all», con pintura roja. Pese a su restauración, las macrofotografías detallan microresiduos rojizos prácticamente inapreciables a fácil vista. Revela + #RepensarGuernica https://t.co/PZVK4o6sDW legado de queja
Si bien están separados por componentes como la zona, la edad y el medio favorito, varios artistas latinos trabajan para descubrir el valor político y crítico del arte. En vez de enorgullecerse de recrear las virtudes del formalismo, que es lo que varios artistas estadounidenses prosiguen realizando, los más destacados artistas que trabajan en la tradición sudamericana tienen plena conciencia de que su trabajo puede ser útil de representante para todos los que no tienen. Quizá sea de ahí que que el conceptualismo es mucho más valorado que el arte de representación.
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