Varios cristianos se escandalizan y no llegan a aceptar que la crónica de la Creación de nuestro canónico libro de Génesis está desarrollada desde mitos populares de todo el mundo viejo sobre los orígenes del cosmos (primordialmente de Mesopotamia y Egipto). Piensan que este hallazgo atenta contra la realidad de la Biblia y reaccionan de manera negativa frente ellos. No obstante la Creación en Génesis tiene abundantes y también esenciales diferencias que atestiguan su inspiración divina, pese a estar escrito con el lenguaje del mito y con composición poética que además de esto es completamente precientífica. El lector sensible a estas diferencias va a apreciar la singularidad de estos cuentos preceptivos sin considerarlos un mero plagio de mitos viejos. En verdad, ciertos autores apuestan por denominar nuestro relato sagrado como “antimito” ya que se enfrenta revolucionariamente a las ideas –podríamos decir respetuosamente ingenuas– del politeísmo arcaico.
Según los expertos en Génesis, podemos encontrar 2 cuentos distintas sobre la Creación que proceden de fuentes distintas (estos son Gn 1,1-2,4a; y el segundo 2,4b-25): el primero está relacionado probablemente con la historia akadia del Enuma Elish y el segundo, el del Gan-Eden u huerta del Edén (2 expresiones sumerias, que se refieren a la huerta donde habitará el hombre en el chato escatológico). No obstante, el fiel no debe alarmarse de que el relato inspirado esté apoyado en mitos de todo el mundo viejo puesto que, como expresaba el pensador alemán Josef Pieper:
REFERENCIAS
Day, John N.
( 1998), “Dios y el Leviatán a Isaías 27:1” , Bibliotheca Sagrada, 155:423-436, octubre-diciembre.
Pfeiffer, Converses F. (1960), “Lotan y Leviatan” , Evangelical Quarterly, 32:208-211.
Precaución con el azúcar
Varios acostumbran a sugerir altos escenarios de consumo períodico de frutas, ciertos aun con distintas porciones del día a día, no obstante, estas advertencias suprimen un aspecto fundamental que puede terminar realizando que las frutas se vuelvan en nuestra contra: los azúcares que guardan.
La mayor parte de las frutas son un enorme reservorio de azúcares, comunmente bajo la manera de fructosa y sacarosa, los que son de manera rápida incorporados a las sendas metabólicas que procesan los hidratos de carbono, subiendo los escenarios de azúcar en sangre y también acrecentando las reservas anatómicos de grasa, con lo que un consumo elevado de frutas asimismo puede engordar, aparte de sobreestimular la producción de insulina y poner bajo riesgo los que sufran patologías como la Diabetes mellitus y el hiperinsulinismo.