La «novedosa apologética» que solicita nuestro tiempo Para educar a los pequeños y jóvenes en la fe, con una capacitación intelectual y ética sólida, resulta clave la calidad de la enseñanza escolar de la Religión. Sobre esto, el teólogo Aurelio Fernández, sacerdote y instructor, termina de divulgar un atrayente ensayo (1). Resumimos los consejos que da para mostrar esta asignatura en la escuela.
Como experto en teología ética, Aurelio Fernández es siendo consciente de que un instructor de Religión debe sobrepasar no pocos óbices culturales y también intelectuales heredados por el auditorio (relativismo, positivismo, individualismo…), aparte de tener que enfrentar la general ignorancia de los estudiantes sobre Jesucristo y su doctrina. De ahí que advierte de entrada que, más allá de que la enseñanza de la religión es una exposición de la fe diferente tanto de la evangelización como de la catequesis, no se debe separarla absolutamente de estos campos: los estudiantes precisan tener novedad de Jesucristo (evangelización) y presenciar la religión de manera personal y también íntima (catequesis).
Menos prejuicios entre los estudiantes
Para todos los que andan con remilgos deseando distinguir -o dividir y hasta combatir- la clase de Religión y la catequesis, opino que están bastante desfasados . Cierto que hubo un tiempo (el de mi juventud) en el que conocíamos la Religión católica y íbamos a la clase con espíritu rebelde y ganas de fastidiar al instructor. Desde mi limitada experiencia, pienso que los chicos de el día de hoy tienen en relación a los de antes la desventaja de su total ignorancia de la Religión, pero el beneficio de su sepa de prejuicios asimismo total: tienen ganas de comprender, al tiempo que nosotros, que sabíamos, solo deseábamos reventar a la clase. Eso sí, para no idealizar al personaje, las ganas no acostumbran a ir acompañadas de un enorme espíritu de sacrificio, sino más bien de uno mucho más próximo a la curiosidad de los atenienses del Areópago…
Hasta aquí espero haber aportado algún razonamiento para sostener, a poco que sea, lo que se ha conservado de enseñanza de la religión en la escuela pública. Habría que añadir la cuenta de que es un derecho humano, un derecho de los progenitores, reconocido en la Constitución, etcétera. La verdad es que los progenitores acostumbran a tener otras intranquilidades, que la mayor parte no está preparada para reclamar nada, ni a sus hijos ni a los docentes, y que en España fué la Charla Episcopal la que ha defendido ese derecho, y que semeja haberlo es cansándose ahora de la riña. Por esta razón quizás convenga que tomemos el relevo todos y cada uno de los que sepamos ser siendo conscientes de que los pequeños, los jóvenes, están en su derecho a oír charlar de Dios, y que varios lo solicitan.
Por qué razón instruir religión
Para desarrollar el pensamiento. Para instruir a meditar es requisito meditar sobre algo y la Biblia es un material increíble para poner a los alumnos a meditar. Trata de temas de enorme concepto para los humanos, si bien aparenta mucha simplicidad. Elena de White añade: «No hay situación popular, ni etapa de la experiencia humana, para las que el estudio de la Biblia no sea una preparación fundamental» (Conducción del niño. Ver cita en línea en su contexto) .
Muchas indagaciones coinciden en que el estudio de la Palabra de Dios eleva el nivel de pensamiento y entrega virtudes sociales y psicofísicas. ¿De qué manera consiguen los países mucho más desarrollados de todo el mundo un nivel tan prominente de investigación, razonamiento y resolución creativa de los distintos inconvenientes? Por poner un ejemplo, países como Israel, con escasa área y población, tiene el mayor índice de patentes al año en el planeta. ¿Por qué razón el pueblo judío solamente el 0,2% de la población mundial tiene el 54% de vencedores mundiales de ajedrez, el 31% de los premios Nobel de Medicina y el 27% de premio Nobel de Física? Por el hecho de que el estudio de las Sagradas Escrituras impulsa la interpretación y la discusión y probablemente eleva la cognición de los alumnos y los transporta al pensamiento complejo.