personas que no quieren la religion en la educacion grafico

La investigación partió de la base de que el ERE no puede ser aséptica ni indiferente a las realidades y activas sociales, según se lee en entre los productos que han anunciado. Previamente las instituciones educativas establecían la clase de religión y, siendo un país en la mayoría de los casos católico, se limitaba de forma exclusiva a educar esta doctrina. Pero desde la Constitución Política de Colombia de 1991, se garantiza la independencia de cultos. El producto 19 afirma de este modo: “Toda persona está en su derecho a profesar libremente su religión ahora propagarla de manera individual o colectiva. Todas y cada una de las confesiones religiosas y también iglesias son del mismo modo libres frente a la ley”. Menos de tres años después, el producto 23 de la Ley 115, ley general de educación, estableció que la educación religiosa es un área primordial y “se va a ofrecer a todos y cada uno de los establecimientos académicos, observando la garantía constitucional según la que, en los establecimientos del Estado, nadie va a poder ser obligada a recibirla”.

“Este cambio produjo indecisión en las instituciones educativas”, enseña Balancee; ciertas prosiguieron ofertando lo que conocemos como la clase de religión, una religión confesional muy afín a la catequesis escolar, pero en el momento en que se matriculaba a un estudiante que practicaba otra religión, la institución no se encontraba lista para recibirlo; otros la transformaron en clase de ética, de valores o de capacitación ciudadana; un tercer conjunto resolvió efectuar ocupaciones libres o lúdicas, y al final hubo instituciones que se detuvieron a meditar en volver a diseñar la materia para aceptar al estudiante “una entendimiento de lo espiritual en la civilización bajo una visión incluyente y plural pero asimismo una capacitación que le dejara asumir responsablemente sus resoluciones en temas de creencia”, sigue Balancee.

¿Un país que pierde su religiosidad?

Los millennials son la generación donde mucho más aumentó el porcentaje de personas sin religión, primordialmente en Baja California, Quintana Roo, la CDMX, Tamaulipas, Chihuahua y Sonora. En varias zonas de México, indudablemente en el próximo censo observaremos tantas personas sin religión como personas católicas, afín a eso que se aprecia en Francia y en ciertos otros países.

Ni en todas y cada una de las entidades ni en todos y cada uno de los conjuntos de edad la población sin religión aumentó. En verdad, en una gran parte del Sur y Sudeste mexicano (excluyendo Quintana Roo y Yucatán) el porcentaje de personas que reportan no tener religión se redujo entre 2000 y 2020. Por poner un ejemplo, en 2020, 9% de la gente de entre 55 y 59 años de Chiapas reportó no tener religión. No obstante, el 13% de la población de este conjunto hace 20 años (con una edad de entre 35 y 39 años) reportaba no tener religión.

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