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La vivienda de la presencia, reúne en un volumen las próximas proyectos de Octavio Paz: El arco y la lira (1956; edición determinante, 1967), Los hijos del limo (1974) y La otra voz (1990) ), aparte de los contenidos escritos sueltos, «Recapitulaciones», «La novedosa analogía: poesía y tecnología» (hasta aquí corresponde al volumen primero de las Proyectos terminadas editadas por el Círculo de Leyentes en 1991) y el capítulo «Entre Uno y Varios» , correspondiente al segundo volumen de estas Proyectos. En este momento hace aparición bajo el sello de Galaxia Gutenberg con distribución en librerías. La relevancia de esta obra es equívoca: por una parte, creo firmemente que se habla en su grupo de la creación mucho más profunda y también imaginativa de un escritor de lengua de españa sobre el fenómeno de la creación poética; por otro, llama la atención la escasa predominación que tuvieron estas proyectos en la producción de los versistas y críticos españoles, salvo ciertas salvedades. Lo mismo habría que decir de su sepa en nuestras universidades, tan repletas de proyectos de erudición agarrotada, jergas, y ausencias de ideas, si no de la elemental sensibilidad lectora. No me extrañaría que estuviesen aguardando el visado de la Sorbona (donde se tiene presente desde hace cierto tiempo El arco y la lyre) para arrimar el pensamiento crítico de Pau a los estudiantes. En esto reside la ambigüedad de su relevancia: nos encontramos frente entre las proyectos mucho más hermosas y estrictas que el ensayismo literario haya producido, pero nosotros proseguimos citando y sirviéndonos de críticos que en ningún país extranjero son valorados, pero sí en nuestro satisfecho país. Voy a poner un caso de muestra: acabo de leer un ensayista español de popularidad llevar a cabo en un libro reciente una crítica del estructuralismo donde cita a autores de lengua inglesa y francesa, pero no se le ocurrió referir, si lo ha leído, « nuestra » primera obra sobre Claude Lévi-Strauss (Claude LéviStrauss o el nuevo festín de Esopo, 1966), donde, tras investigar sus conceptos antropológicos-filosóficos y relacionarlos con la lingüística y el budismo, expone Octavio Paz los límites de la crítica estructuralista y semiótica, en una temporada donde o se comulgaba con sus proposición o no se sabía qué llevar a cabo con ellas.