mito de orfeo y euridice en la religion cristiana

La música como vía de acercamiento con lo sombrío y con el cariño a la pareja

Ezequiel González Campos

El atractivo de Orfeo

El mito de Orfeo llegó a desarrollar tanta habilidad con la lira que aun lograba mudar el curso de los ríos y embelesar a los árboles y las piedras, que se movían para conformar círculos a su alrededor. No existía ninguna fuerza, natural o sobrehumano que pudiese ignorar el atractivo de su hermosa música.

En verdad, Orfeo había aprendido el arte de la música de la mano del propio dios Apolo. Nuestro Apolo le obsequio una lira que era de su propiedad y que había sido fabricada con el caparazón de una tortuga por el dios Hermes. Este fue un presente para expresar el cariño que el dios sentía por el músico.

Orfeo místico

El orfismo como doctrina va a ser reconocido desde el siglo VI a. autoridad y de manera explícita. Entonces se reconoce una teogonía comprendida en los llamados himnos órficos.

cristianismo

Sus enseñanzas, fundamentadas en el mito dionisíaco, mencionan eminentemente al estado de tráfico en el que está el alma y, por consiguiente, a la transmigración de vida en vida, en una peregrinación purificatoria, conducente a la contemplación de los dioses . Tiene dentro, por consiguiente, un estrato escatológico fundamental, que tiene relación a los mitos de Perséfone y de Dionisio, y sus ritos iniciáticos se relacionaron con las victorias a conseguir en la experiencia psicopómpica y el posterior renacimiento triunfal. Un fuerte gusto a osirismo se deduce de sus enseñanzas y, como observamos, Pitágoras y Platón hacen girar sus primordiales planteamientos cerca de estas ideas.

El orfismo tiene un planteo teológico preciso, afín al de Hesíodo, pero con distinto alcance. La Noche (nix) sustituye al Caos al comienzo. El culto a la Madre Noche, como antecedente de la Luz, nos transporta al antagonismo indispensable de todas y cada una de las cosmogonías habituales. Tras el término de la noche (caos-océano), hay un aspecto mucho más enigmático de la Divinidad, que llaman Fanes, del que aparece toda objetivación.

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