memoria y religión en la república romana ana mayorgas

Hoy día se convirtió en un espacio común señalar que ya hace múltiples quinquenios estamos frente a un revival contemporáneo de la memoria. Mucho más aún en el momento en que se volvió a proponer qué relación debemos tener con nuestro pasado y con el paisaje monumental que lo recuerda gracias a los recientes estallidos como el Black Lives Matter y las agresiones a esculturas que honran a determinados individuos históricos. En este contexto el recuerdo de la vieja damnatio memoriae romana volvió a aflorar, si bien nuevamente se mostró tan citada como de todos modos poco famosa. En verdad, cabe decir que prácticamente no hay contenidos escritos de divulgación sobre el tema que no sean incompletos, que no contengan esenciales fallos o que vayan alén de tópicos por norma general bastante simplistas. Y estos tópicos, a propósito, en el momento de la realidad no dejan de estar influidos o conectados con hechos recientes como los totalitarismos, lo que ayuda a extender varios malentendidos y anacronismos. Esto enseña, por poner un ejemplo, que se haya amado enseñar la damnatio memoriae como homónimo de una erradicación de las huellas del pasado. Por poner un ejemplo, y en un atrayente producto reciente, lo ha sugerido un enorme especialista en temas de memoria como Enzo Traverso, que ha reconocido a la damnatio memoriae con una “condena al olvido” y ha añadido que “la supresión de Leon Trotski de las imágenes oficiales soviéticas bajo el estalinismo fue otra forma de damnatio memoriae”.

De ahí que, y más allá de no estar en un experto en la vieja Roma, he considerado que sería oportuno realizar una aproximación a la narración de la damnatio memoriae y enseñar a la luz de los documentos y fuentes históricas que preservamos , y que no dejan de ser conflictivos (pensamos en contenidos escritos poco fiables como la Historia Augusta o en la dura crítica de Michael Grant en la historiografía vieja (2003)), tanto su dificultad como las varias variantes que hubo según cada temporada o coyuntura. Y esto último ahora por sí es un aspecto central a reivindicar, ya que la relación de los romanos con su memoria no fue siempre y en todo momento una y exactamente la misma, sino salió amoldando a las situaciones de cada instante. Además de esto, estas notas sobre la damnatio memoriae tienen la posibilidad de ser útil para esbozar una suerte de corto panorámica opción alternativa sobre la crónica de Roma o asimismo para atisbar las relaciones que en aquel momento se desarrollaron entre el poder, la autoridad y la memoria. Además, quisiera que logren dar aclaraciones útiles para enriquecer el presente enfrentamiento sobre la relación de nuestro presente con el paisaje monumental heredado del pasado.

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