la vida de la madre teresa de calcuta para religion

Tras unos años de incansable trabajo en pos de los descartados, la red social en todo el mundo comenzó a ver las Misioneras de la Caridad y sus conjuntos socios, lo que llevó a la Madre Teresa a ser premiada con el Premio Nobel de la Paz en 1979.

“Si no contamos paz en el planeta, es por el hecho de que hemos olvidado que nos pertenecemos el uno al otro, que este hombre, esta mujer, esta criatura, es mi hermano o la mi hermana.”

Críticas

Sus visiones dogmáticas sobre el aborto, la anticoncepción y el divorcio fueron realmente bien recibidas en el Vaticano, pero asimismo fueron blanco de críticas en círculos mucho más progresistas.

En el instante de recibir el Premio Nobel de Paz en 1979 por «su trabajo prestando asistencia a la raza humana que padece», Gonxha charló de lo «mal horrible» que es el aborto.

La niñez de Teresa de Calcuta: Sus principios en la religión

Teresa de Calcuta, cuyo nombre original era Agnes Gonxha Bojaxhiu, nació el 26 de agosto de 1910 en Uskub, en este momento Skopie, República de Macedonia del Norte, en el seno de una familia acomodada. Fue la menor de sus hermanos y disfrutó de una bella niñez hasta la desaparición súbita y enigmática de su padre, en el momento en que solo tenía ocho años. Desde entonces, la familia debió llevar a cabo varios cambios en su modo de vida.

La madre de Agnes decidió educarla en el seno de la religión católica. De esta manera, asistía a la escuela estatal ahora las horas libres, participaba como soprano en el corazón de su parroquia. Desde una edad temprana entró a ser parte de una congregación mariana y comenzó a interesarse por las historias de los misioneros jesuitas y el trabajo en Bengala. Por los 12 años, Agnes se encontraba persuadida de que se dedicaría a la religión, pero no tomó la resolución determinante hasta mucho más adelante mientras que rezaba en una capilla.

Pensamiento

El pensamiento de la Madre Teresa de Calcuta siempre y en todo momento estuvo apoyado en contribuir a el resto, a ser desprendido ahora ofrecer amor. En su cabeza, el servicio hacia la gente mucho más pobres y necesitadas ocupó el 1° puesto y también procuró enseñarlo a el resto. En su cabeza, el cariño de Dios y la paz siempre y en todo momento estuvieron presentes y su deseo por preocuparse por esos que no tenían nada predominó en todo instante.

Fueron muchas las aportaciones que efectuó la madre Teresa de Calcuta, todas y cada una ellas esenciales en tanto que lograron socorrer la vida de cientos de personas. Ciertas de estas aportaciones se hablan de ahora:

Santa Teresa de Calcuta

“De sangre sonido albanesa. De ciudadanía, India. Por lo relacionado a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al planeta. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco completamente al Corazón de Jesús.” De pequeña estatura, estable como una roca en su fe, a Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la misión de proclamar la sed de amor de Dios por la raza humana, en especial por los mucho más pobres entre los pobres. “Dios quiere todavía al planeta y nos manda a ti ahora mío a fin de que seamos su amor y su compasión por los pobres”. Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por Él y ardiendo con un único deseo: saciar su sed de amor y ánimas. Esta mensajera radiante del amor de Dios nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, una localidad ubicada en el cruce de la narración de los Balcanes. En el momento en que tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse misionera, Gonxha dejó su casa en el mes de septiembre de 1928 para entrar en el Centro de la Bienaventurada Virgen María, popular como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana Maria Teresa (por Santa Teresa de Lisieux). Tras profesar sus primeros votos en el mes de mayo de 1931, la Hermana Teresa fue destinada a la red social de Loreto Entally en Calcuta, donde enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa logró su profesión perpetua transformándose entonces, como ella misma ha dicho, en «mujer de Jesús» para «toda la eternidad». Desde ese instante se la llamó Madre Teresa. Continuó a educar en St. Mary transformándose en directiva del centro en 1944. Siendo un individuo de oración profunda y de amor arraigado por sus hermanas religiosas y sus alumnos, los veinte años que Madre Teresa transcurrió en Loreto estuvieron empapados de profunda alegría. Caracterizada por su caridad, altruismo y valor, por su aptitud para el trabajo duro y por un talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre sus compañeras con lealtad y alegría. El diez de septiembre de 1946, en el transcurso de un viaje de Calcuta a Darjeeling para efectuar su retiro de forma anual, Madre Teresa recibió su “inspiración”, su “llamada en la llamada”. A lo largo de las consecutivas semanas y meses, a través de alocuciones interiores y visiones, Jesús le descubrió el deseo de su corazón de localizar “víctimas de amor” que “irradiaran a las ánimas su amor”. “Ven y sé mi luz”, Jesús le rogó. «No puedo ir solo». Le descubrió el mal por el olvido de los pobres, la pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos. Le solicitó a Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los mucho más pobres entre los pobres. El 17 de agosto de 1948 se vistió por vez primera con el sari blanco orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para ingresar en el planeta de los pobres. Tras un corto curso con las Hermanas Médicas Misioneras en Patna, Madre Teresa regresó a Calcuta donde halló hosting temporal con las Hermanas de los Pobres. El 21 de diciembre asiste por vez primera a los distritos pobres. Visitó a las familias, lavó las lesiones de ciertos pequeños, se encargó de un viejo enfermo que se encontraba tendido en la calle y cuidó a una mujer que se moría de apetito y de tuberculosis. Comenzaba cada día accediendo en comunión con Jesús en la Eucaristía y salía de casa, con el rosario en la mano, para localizar y ser útil a Jesús en “los no amigables, los no estimados, esos de los que absolutamente nadie se ocupaba”. Tras ciertos meses comenzaron a sumarse, una a una, sus viejas pupilas. Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un testimonio de la alegría de querer, de la excelencia y de la dignidad de cada individuo humana, del valor de las cosas pequeñas realizadas con lealtad y amor, y del valor inigualable de la amistad con Dios. Pero existía otro lado heroico de esa mujer que salió a la luz solo tras su muerte. Esconde todas y cada una de las miradas, esconde aun a los mucho más próximos a ella, su historia interior estuvo marcada por la experiencia de un profundo, lamentable y incesante sentimiento de separación de Dios, aun de sentirse rechazada por Él , unido a un deseo cada vez mayor de su amor. Ella misma llamó “obscuridad” a su experiencia interior. La “dolorosa noche” de su alma, que comenzó aproximadamente en el momento en que inició su trabajo con los pobres y continuó hasta el desenlace de su historia, condujo a Madre Teresa a una siempre y en todo momento mucho más profunda unión con Dios. A través de la obscuridad, ella participó de la sed de Jesús (el deseo lamentable y candente de amor de Jesús) y compartió la desolación interior de los pobres. A lo largo de los últimos años de su historia, pese a los poco a poco más graves problemas médicos, Madre Teresa prosiguió dirigiendo su Centro y respondiendo a las pretensiones de los pobres y de la Iglesia. En 1997 las Hermanas de Madre Teresa contaban prácticamente con 4.000 integrantes y se habían predeterminado en 610 fundaciones en 123 países de todo el mundo. En el tercer mes del año de 1997, Madre Teresa bendijo a su reciente escogida sucesora como Superiora General de las Misioneras de la Caridad, realizando consecutivamente un nuevo viaje al extranjero. Tras hallarse por última vez con el Papa Juan Pablo II, regresó a Calcuta donde transcurrió las últimas semanas de su historia recibiendo a quienes iban a visitarla y también instruyendo a sus Hermanas. El 5 de septiembre, la vida terrenal de Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno de la India le concedió el honor de festejar un funeral de estado y el cuerpo fue sepultado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Su tumba se transformó de forma rápida en un espacio de peregrinación y oración para gente de fe y de extracción popular diversa (ricos y pobres indiferentemente). Madre Teresa nos dejó el ejemplo de una fe sólida, una promesa insuperable y una caridad excepcional. Su contestación a la llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”, logró una Misionera de la Caridad, una “madre para los pobres”, un símbolo de compasión para el planeta y un testimonio viviente de la sed de amor de Dios.

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