Por Juan Esteban Londoño
La teoría de género se encuentra dentro de los temas mucho más discutidos a lo largo de los últimos meses en el campo espiritual latinoamericano. En países como Chile, Panamá, Perú, Guatemala, El Salvador, ha surgido el tema de la «ideología de género» en los debates sociales y políticos. Tanto de esta manera, que México está liderando una idea para constituir un “frente latinoamericano por el derecho a la vida y la familia”; y en Colombia, el tema la teoría de género se convirtió en método para respaldar o no respaldar los Pactos de paz entre el gobierno y las FARC, e inclusive para impulsar precandidatos en la próxima presidencia bajo la bandera que procura batallar o proteger esta posición.
El cristianismo y las mujeres
A lo largo de prácticamente 2 mil años, las mujeres fueron consumidoras pasivas de una interpretación teológica construída de forma exclusiva por hombres. Mitos, símbolos y prácticas cotidianas sustentaron una concepción de las mujeres como un ser ética y físicamente inferior, como cuerpos que custodiar y premeditados a ser útil, ahora fuera en la iglesia o en la familia, donde asimismo tenían —y prosiguen teniendo— un estatus inferior. Esta concepción caló intensamente a la sociedad y cualquier intento de desacreditarlo fué de manera automática perseguido, eliminado o ignorado.
Si bien el patriarcado antecede al cristianismo, la verdad es que la Iglesia adoptó este orden en su composición interna y los dos sistemas se fortalecieron mutuamente. Pese a la evolución del cristianismo y de nuestra relación entre la Iglesia y el Estado, la tradición todavía es un enorme obstáculo entre las mujeres y el pleno disfrute de sus derechos, incluyendo el derecho a la libre decisión ingreso igual a los puestos de liderazgo espiritual, reivindicados por feministas fieles y no fieles por igual.
Nos ocultamos tras la teología
Ciertos se ocultan tras la teología del complementarismo, que afirma que mujeres y hombres tienen permisos distintas pero complementarios a la vida. El reto es que a veces esta posición puede limitar qué permisos de liderazgo están libres a las mujeres en la iglesia. Mi propósito no es debatir teología, sino más bien retar la iniciativa de que Dios limita el liderazgo sobre la base del género. Comprendo opinar que el Apóstol Pablo reserve algunos permisos para los hombres, pero no veo de qué manera logre usted leer la lista de mujeres líderes en Romanos 16 y no ver que Pablo pensó que las mujeres estaban calificadas para la mayor parte de los otros permisos iglesia.
Otros se ocultan en su igualitarismo, la creencia de que hombres y mujeres son iguales y meritan exactamente los mismos derechos y ocasiones. Al tiempo que en estos círculos, teóricamente, una mujer puede predicar, tener el sitio de mujer mayor y ser llamada pastora, es todavía con frecuencia excluida de la mesa donde se toman las resoluciones. He descubierto que el chovinismo no está con limite por la teología.