1. La actitud teorética (“filosófica”) del marxismo tradicional en temas de religión combina 3D complementarias, que están ahora en germen en la Introducción a la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel del joven Marx ( 1843-44):
• Primeramente, una crítica de la religión, como aspecto de alienación. El hombre asigna a la divinidad la compromiso de una suerte que no le debe nada (“El hombre hace la religión, no es la religión la que hace el hombre”); se ordena a respetar obligaciones y prohibiciones que, de forma frecuente, complican su avance; se somete de forma voluntaria a autoridades religiosas cuya legitimidad se basa en el espectro de su relación privilegiada con lo divino, o en su especialización en el saber del corpus espiritual. • Una crítica de las doctrinas sociales y políticas de las religiones. Las religiones son supervivencias ideológicas de temporadas pasadas ya hace bastante tiempo: la religión es “falsa conciencia de todo el mundo”; lo es tanto mucho más en relación el planeta cambia. Nacidas en las sociedades precapitalistas, las religiones pudieron saber -como la Reforma protestante en la historia del cristianismo- aggiornaments, que prosiguen siendo por fuerza parciales y limitados por visto que una religión adora “escrituras santas”. • Pero asimismo una “entendimiento” (en el sentido weberiano) del papel psicológico que puede jugar la creencia religiosa para los condenados de la tierra. “La pobreza religiosa es, por una parte, la expresión de la pobreza real y, por otro, la queja contra la pobreza real. La religión es el suspiro de la criatura agobiada por la desgracia, el alma de un planeta sin corazón, igualmente el espíritu de una temporada sin espíritu. Es el opio del pueblo”. Estas tres consideraciones desembocan, para el marxismo tradicional, en una sola y misma conclusión enunciada por el joven Marx: “La superación (Aufhebung) de la religión como felicidad ilusoria del pueblo es la exigencia de su auténtica felicidad. Reclamar la renuncia a las ilusiones sobre su condición es reclamar la renuncia a una condición que precisa de ilusiones. La crítica de la religión es, ya que, en germen, la crítica de este valle de lágrimas, cuya religión es la aureola”.