Adam B. Cohen
Facultad Estatal de Arizona
Peculiaridades del cristianismo
Generalmente, el cristianismo se identifica por:
Es una religión monoteísta (cree en un solo dios), abrahámica (prosigue la tradición del profeta Abraham, de la misma el judaísmo y el islam) y con fuertes raíces judías.
HERELLIA EN PALAU
Vimos que el ristro de emperadores del siglo IV son eminentemente cristianos, pero hubo uno que llegó al trono mudando la civilización y el foco de las religiones del Imperio, y que revela bien la visión católico-pagana del poder ahora mismo: Julián (década del 360), llamado por los cristianos como “el Apóstata”. Su gobierno fue corto y sus condiciones bien difíciles (por si acaso quiere arrimarse a su figura de una forma mucho más rápida, Gore Vidal escribió una novela sobre su persona, espesa pero llena de matices). Esencialmente Juliano, si bien dictamina otro edicto en pos de la independencia de cultos, acaba con un magno emprendimiento de restauración al paganismo -bastante fallido, por otro lado-. Efectúa precisamente exactamente las mismas medidas que habían tomado sus precursores en el campo ideológico: privar de base institucional y económica la fe contra la que luchaban (Mitchell, 2015: 189).
Experiencias aparte, y si bien en el final del producto volveremos a mentarlo, resaltaremos tan solo un hecho que nos revela, de nuevo, que la civilización es bidireccional y que siempre y en todo momento hay “transfusiones culturales” aun en los enfrentamientos. Juliano fue un personaje criado en Oriente, conocía bien las filosofías que luchaban contra el cristianismo y le enfadaba el abandono de las viejas prácticas. De ahí que, logró unos enormes sacrificios -en balde- para regresar al paganismo institucional, pero, ¿de qué manera?
Juicio final
Al imaginario católico, a la desaparición le sigue el juicio frente al constructor en el que se va a decidir, según los preceptos morales bíblicos, el nivel de pureza o de pecado del sujeto y por consiguiente su destino: el paraíso, rincón del reposo eterno y feliz; o el infierno, sitio de condenación y castigo eterno para los pecadores.
El primero es controlado por Dios, el segundo por el demonio o Satanás.