¿Qué es lo que significa?
Un paseo por la riqueza de su simbología podría asistirnos a comprender “bíblicamente” y mucho más intensamente por qué razón comenzamos la Cuaresma así ahora proyectar este tiempo tan particular de una forma diferente.
Concepto de la ceniza
En la civilización bíblica, la ceniza forma un signo que expresa la precariedad de la vida, el resultado de un órgano viviente —animal o planta— en el momento en que termina su vida, enseña el sacerdote José Luis Colmenares. “Esto quería decir que sin Dios no contamos vida. Si nos falta Dios, gracias a nuestras faltas, entonces somos como ceniza; de ahí que la oración bíblica: ‘Ten en cuenta que eres polvo y en polvo debes transformarte’; o sea, el hombre, privado del Espíritu solo es materia que, ocasionalmente, dejará de vivir”, añade.
En la liturgia previo al Concilio Vaticano II se acostumbraba a imponer la ceniza al usar la citada oración tomada del libro del Génesis, capítulo 3, verso 19. En la actualidad se elige usar las expresiones: “Conviértete y cree en el Evangelio”, tomada del Evangelio de San Marcos 1, 15. A lo largo del rito, el penitente se aproxima y responde “amén”.
¿Cuál es el concepto de la ceniza?
En la tradición bíblica la ceniza se refiere a un sentimiento de humildad, especialmente enfrente de Dios. Recuerda al católico su origen y fin, y que la vida terrenal es temporal. Para el pueblo judío, la ceniza era un símbolo que representaba la fugacidad de la vida y el arrepentimiento de los errores.
Todos y cada uno de los católicos nos encontramos llamados a vivir los próximos 40 días en profunda reflexión. Con el Miércoles de Ceniza, nos adentramos en un tiempo de arrepentimiento y conversión. La imposición de las cenizas nos ten en cuenta que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida determinante está en el Cielo.
La Cuaresma es un tiempo de 40 días, sin contar cada domingo, que empieza con el Miércoles de Ceniza y acaba el Sábado Beato. Este es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. 40 días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.
Esta celebración cristina tiene la singularidad de mudar de fecha todos los años, está condicionada por la Pascua y Resurrección del Señor que es la celebración que marca todo el calendario litúrgico. Puede suceder entre el 4 de febrero y el diez de marzo. Siempre y en todo momento se festeja el miércoles.