guerras de religión en los últimos años del s.xvi francia

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En unas investigaciones efectuadas en múltiples países de europa por 2 franceses, el periodista Jose-Manuel Lamarque y el sociólogo Olivier Clodong, una mayoría de ingleses, holandeses, italianos, españoles, suizos, etcétera., coincidían en estimar que los franceses ocupaban el 1° puesto en la lista de pueblos menos admirados. Lo interesante de su estudio es que ningún conjunto nacional empleaba exactamente los mismos estereotipos para determinar a los franceses. De este modo, mientras que los británicos los consideran chovinistas, cabezotas y sin ningún sentido del humor, los suecos los hallan desobedientes, inmorales, desorganizados y neocolonialistas, y los alemanes, por su lado, los ven pretenciosos y frívolos al unísono. Desde un criterio político, otras investigaciones coinciden en indicar al gobierno estadounidense como el menos favorecido por los de europa y otros ciudadanos de todo el mundo. En determinados instantes y sitios, los disconformidades con el gobierno estadounidense se traslucen en una ideología famosa como antiamericanismo que, según sus defensores, deja investigar no solo las acciones puntuales de un gobierno especial, sino más bien las peculiaridades en general de un país y sus mandatarios, defensores aparentemente del hegemonismo estadounidense ahora desde exactamente el mismo instante de su creación como nación a fines del siglo XVIII, así como mostró Philippe Roger en su increíble estudio L’ ennemi américain: généalogie del antiamericanisme français (2002) . No obstante, sería de un simplismo supremo opinar que estas visiones negativas del francés o el estadounidense son las únicas reacciones y alegatos en Europa y el planeta hacia Francia y USA, o aun las dominantes. En los dos casos, sus etnias y lenguas, aparte de los sistemas políticos, han ejercido, y prosiguen ejercitando, una profunda predominación entre otros muchos pueblos. Nuestro Philippe Roger recuerda en su estudio, por servirnos de un ejemplo, que en exactamente la misma Francia, aparte del antiamericanismo, existía y hay una no menos profunda inclinación proamericana ahora por lo menos desde la guerra de la independencia, una inclinación que se quedaba patente en el popular libro de Alexis de Tocqueville, La democracia en América, anunciado a inicios del siglo XIX, en el que este intelectual francés veía a USA como la única nación donde la independencia, la igualdad y la soberanía del pueblo habían sido verdaderamente establecidas.

Datos sacados de la Historia

«El abad de Saint Germain des Prés tenía la jurisdicción eclesiástica en una gran parte de París. Se llamaba Enrique de Borbón, marqués de Verneuil, hijo adulterio de Enrique IV y de Catalina de Balzac. Sin ser cura, era obispo de Metz, abad comendador de Saint-Germain des Prés, de Fecamp, de Bonport, de Tiró, de Velasse. Se casaría en 1678. Este tipo de abades, bastardos de enormes familias, no hacían mucho más que saquear las rentas de las abadías, dejando a los frailes la oración y el cumplimiento de las reglas. Es verdad que, en ocasiones, los frailes no mejoraban bastante a sus abades».1

En estos términos abunda B. Llorca en su Historia eclesiástica,2 y Benito Martínez en su producto «San Vicente de Paúl en su contexto popular y espiritual»3. donde las posiciones fueron radicalizándose con situaciones tan dantescas como la Matanza de San Bartolomé, que en la noche del 23 de agosto de 1572 se cobró la vida de múltiples cientos de hugonotes en toda Francia, si bien fue en especial cruenta en París. Entre las víctimas fue el almirante Coligny, líder de los hugonotes. No obstante los protestantes fueron logrando ciudades similares a sus propósitos cerca de su capital, La Rochelle.

En 1574 murió Carlos IX y su hermano Enrique debió regresar a toda prisa y renunciar al trono de Polonia, que se le había concedido un año antes. El nuevo rey como Enrique III, apoyó de entrada a los católicos pero próximamente entró en los juegos de poder dinámico de bando, lo que provocó la capacitación de la Liga Católica en 1576 y nuevamente la reanudación del enfrentamiento. Su imposibilidad por tener descendencia, ubicaba a su hermano pequeño Francisco, duque de Alençon y de Anjou, como el próximo en la línea de sucesión. Pero todo se frustró en 1584. La tuberculosis terminó con él, dejando en la vivienda a Valois sin herederos. Ganaba enteros Enrique de Borbón, protestante y también hijo de Antonio de Navarra, que se titulaba rey de Navarra. La opción alternativa católica era el Cardenal Borbón, apoyado por la liga Católica y el papa Sixto V.

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