guerras de religión en europa la columna de fuego

Por Naama Barak

Días atrás arqueólogos de la Autoridad de Antigüedades de Israel excavaron y hallaron un patio que lleva a un complejo de grutas funerarias en las tierras bajas de Judea y eso les va dejó conocer novedosa información sobre una familia judía que escogió el asedio como su tumba funeraria hace unos 2.000 años y al que fieles cristianos peregrinaron en masa en los siglos siguientes.

Que la guerra no es una alternativa deseable

La IGM es al unísono el último enfrentamiento luchado en la vieja usanza, con tácticas, elementos y lógicas decimonónicas, y la primera en liberarse de manera actualizada. Que la guerra llegaría antes o después ahora se sabía en el momento en que el archiduque Francisco Fernando fue ejecutado en Sarajevo, ya que el enfrentamiento ahora se había eludido en múltiples oportunidades en los años precedentes. En esos instantes, la diplomacia y la prudencia triunfaron sobre las metas imperiales de los países en competición, pero, lejos de hallar una solución durable, habían sido sencillamente parches que aplazaban el estallido bélico. Además, la red europea de coaliciones que se había ido tejiendo había desarrollado un sistema completamente interdependiente: todas y cada una las considerables potencias estaban ligadas a entre los 2 bloques lindantes, y un óptimo número de países inferiores asimismo. Cualquier estallido en uno conminaba con desatar todo el dominó, como terminó ocurriendo en verano del catorce.

Las situaciones de máximos que sostenían todas y cada una de las potencias hacían prácticamente irrealizable que en una situación de crisis tenga existencia una oportunidad real de desescalar; absolutamente nadie cedería en sus metas. En esta lógica, para realizar servir la situación propia era preciso amedrentar al contrincante, de manera frecuente con la amenaza de la guerra. En una Europa donde existían desigualdades en las habilidades militares de los primordiales ejércitos, esto podía ser útil si el enclenque se acobardaba; en el instante en que todos se vieron parcialmente bien armados en relación a lo opuesto, el sendero se halló con un muro inescalable.

Reseña del cómic “Transitoris”, de Nadar

¡Qué pase! ¡Pero qué puta pasada! De qué forma me conmueven los cómics como este Transitorios, en los que se cuenta la vida de a poco, así como vamos creando inconscientemente nuestro presente, tal y como si no sucediera nada, pero donde en el final de la historia, algo cambió para el o los personajes principales.

No conocía nada del creador, Nadar, pero procuraré estar atento a todo lo que saque a este sutil retratista de la naturaleza humana que se me reveló como un enorme hallazgo.

(Cardiff, 1949) Escritor británico. Hijo de un inspector de Hacienda que le dio una rigurosa educación religiosa, Follet se graduó en Filosofía en la Facultad de Londres con mención de honor y, a lo largo de cierto tiempo, estuvo haciendo un trabajo como periodista. Llegó a ser adjunto de dirección en una modesta editorial londinense y publicó diez novelas que pasaron sin pena ni gloria. En 1979 El ojo de la aguja se transformó en un best-seller en todo el mundo y, ahora, apareció La isla de las tormentas, con la que ganó el Premio Edgar para escritores de secreto. Le prosiguieron otros superéxitos como Triple (1979), La clave se encuentra en Rebeca (1980), El hombre de San Petersburgo (1982) y El valle de los leones (1986). Es precisamente conocida Los pilares de la Tierra (1989), larga novela de sobra de mil páginas, ambientada en la Edad Media europea y cuyo tema da un giro cerca de la construcción de una catedral. Los pilares de la Tierra es la obra preferida del escritor y la mucho más ovacionada por el público y la crítica.

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