Javier Elzo Javier Elzo es Catedrático de Sociología en la Facultad de Deusto SÍNTESIS DEL ARTÍCULO Desde una visión sociológica asegura el producto que los jóvenes españoles sostienen con la Iglesia una situación de divorcio asimétrico y distante. En forma muy corto muestra el posicionamiento de los jóvenes en frente de la Iglesia, su actitud en frente de las sectas y en frente de los nuevos movimientos religiosos. Según el creador, es bien difícil hallar a un colectivo de jóvenes estadísticamente importante, que se sea correcto totalmente con la ortodoxia y la ortopraxis. Vengo manteniendo que hay que distinguir, en la juventud de españa, la demanda de la dimensión religiosa (espiritual afirmarán otros) de signo experiencial, personal, de su traslado a las relaciones con la Iglesia católica. En el momento en que charlamos de seguridad en la Iglesia, tal como de ciertos factores como los que mencionan a práctica religiosa dominical proseguimos en la curva descendente, si bien con un repunte, en algún indicio, en el estudio Jóvenes 2000 y Religión que observaremos si se asegura a trabajos siguientes. Mi lectura de los datos publicados fué esta: «hay una demanda de religiosidad, si es requisito charlar de esta forma, al unísono que una desafección de la dimensión institucional del espiritual».
Como ahora señalé en 1994 en mi capítulo sobre la religiosidad de los jóvenes españoles en el Informe de la Fundación Santa María «como denominador común de la religiosidad juvenil la demanda de sentido, de herramienta, de contestación a requerimientos personales y sociales mucho más que el cumplimiento de ciertas reglas cuyo contenido se les hace aparición, quizás incomprensible, al peor caduco, sin importancia y no elogiable. En este sentido la demanda en la Iglesia la ubican precisamente en el campo de lo espiritual como eco y contestación a las cuestiones primeras y últimas, tanto a nivel individual y colectivo, y no como instancia normativa de códigos de conducta», afirmación que diez años después prosigo sosteniendo si bien en una base estadística de neta disminución de la huella de lo espiritual en los jóvenes españoles. Todo lo mencionado es reflejo de una demanda de espiritualidad, de mística afirmarán otras, que descubiertamente la sociedad secular, por una parte, y las religiones históricas, en la situacion español, la Iglesia Católica, por otro , tienen gigantes adversidades para contemplar. Hemos retrasado bastante en entender que la secularidad está ahora limitada en su emprendimiento y que se encontraba llamada a ser superada una vez conocida la restricción del conocimiento científico-técnico como única forma de aprender la verdad con la forma de pensar socia a este planteo que hacía decir que el modo perfecto de conocimiento espiritual, e inclusive el hecho del fenómeno espiritual, se encontraba abocado a la extinción en una sociedad actualizada. La historia reciente está infirmando precisamente ese pronóstico. Aun ciertas derivas fundamentalistas de la religión que nos encontramos vivenciando anteriormente y en el presente presente (y no se mire de forma exclusiva el fundamentalismo islámico) tienen la posibilidad de leerse como secuelas de una cierta prepotencia de la racionalidad científico-técnica de todo el mundo occidental que ha pretendido imponer un único modelo de avance a la sociedad global
- Un diagnóstico reiterado
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