el islam es la religión más estúpida de todas

“Carta abierta al planeta musulmán” Abdennour Bidar-29 de septiembre de 2014

Amado planeta musulmán, yo soy uno de tus hijos apartados que te miran desde fuera y de lejos- en este país , Francia, donde muchos de tus hijos viven el día de hoy. Yo te miro con mis ojos severos de pensador, alimentado desde mi niñez con el taçawwuf (sofismo) y el pensamiento occidental. Yo te veo desde mi situación de barzaj, istmo entre los 2 mares de Oriente y Occidente. ¿Y qué veo? ¿Qué veo mejor que otros, exactamente pues te veo de lejos, con bastante distancia? Te veo a ti en un estado de pobreza y padecimiento que me genera una sin limites tristeza y provoca que mi juicio filosófico sea mucho más severo. Te veo dando a luz a un monstruo que quiere nombrarse Estado Islámico y que ciertos eligen llamar demonio: DAESH. Pero lo malo es que te veo perderte -perder tu tiempo y tu honor- sin admitir que este monstruo ha nacido de ti, de tus caminos errantes, de tus contradicciones, de la distancia que existe entre tu pasado y el tu presente, de tu masa prolongada incapacidad para hallar tu ubicación en la civilización humana. Frente este monstruo, ya que, ¿qué afirmas? Chillas: «¡No soy yo!», «¡No es el Islam!» No admites que los crímenes de este monstruo sean realizados en tu nombre (hasht•#NotinMyName) Te opones que el monstruo usurpe tu identidad y, como es natural, tienes razón en oponerte. Es importante que proclames, frente a la faz de todo el mundo, prominente y fuerte, que el Islam demanda a la barbarie. ¡Pero esto no es bastante! Por el hecho de que tú te refugias en un reflejo de autodefensa sin asumir al unísono y más que nada la compromiso de la autocrítica. ¡Te contentas con indignarte en el momento en que ese instante podría haber sido una ocasión histórica para cuestionarte! Tú acusas en lugar de admitir tu compromiso. “Nosotros los occidentales y todos y cada uno de los contrincantes del Islam, ¡deje de asociarnos a este monstruo! ¡El terrorismo no es el Islam, el auténtico Islam, el Islam bueno que no desea la guerra sino más bien la Paz!” Escucho ese grito de rebeldía que nace de ti, mi amado planeta musulmán y lo comprendo. Sí, tienes razón, exactamente la misma todas las considerables inspiraciones sagradas de todo el mundo, el Islam creó durante la historia, la hermosura, la justicia, el sentido, el bien, y ha iluminado al humano en la búsqueda del secreto de la presencia… Yo he luchado aquí en Occidente, en todos mis libros a fin de que esta sabiduría del Islam y de todas y cada una de las religiones no sea olvidada ni despreciada… Pero a distancia, veo otra cosa que tú no puedes observar…y esto me inspira una pregunta- Una enorme pregunta: ¿por qué razón este monstruo te ha robado la cara? ¿Por qué razón este monstruo innoble ha elegido tu rostro y no otro? Es que de todos modos tras este monstruo se oculta un enorme inconveniente, por el que tú no andas dispuesto para llevar a cabo frente. No obstante deberás terminar por llevarlo a cabo. Este inconveniente es el de las raíces del mal. ¿De dónde vienen los crímenes del llamado «Estado islámico»? Te lo afirmaré, amigo mío. Esto no te agradará, pero es mi deber de pensador decírtelo. Las raíces de este mal que te hurta el día de hoy la cara están en ti, el monstruo salió de tu vientre- y brotarán otros varios peores aún mientras que prosigas demorando en aceptar tu patología y asaltos al fin la raíz del mal! Aun los intelectuales occidentales tienen contrariedad en verlo. La mayor parte han olvidado de tal manera la fuerza de la religión –en el bien y en el mal, en la vida y en la desaparición– que me dicen: “No, el inconveniente de todo el mundo musulmán no es el Islam, ni la religión , sino más bien la política, la historia, la economía, etcétera.” Ellos no recuerdan en lo más mínimo que la religión puede ser el corazón del reactor de una civilización humana… Y que el futuro de la raza humana no va a pasar únicamente a través de la resolución de la crisis financiera, sino más bien, y de una forma mucho más fundamental, a través de la resolución de la crisis espiritual que atraviesa toda toda nuestra humanidad. ¿Vamos a ser capaces de unirnos todos a escala planetaria para llevar a cabo en frente de este desafío tan primordial? La naturaleza espiritual del hombre tiene horror al vacío y, si el día de hoy no halla nada por llenarlo, lo va a hacer mañana con religiones cada vez menos adaptadas al presente y que, como en la actualidad el Islam, se dedicarán a generar monstruos. Yo veo en ti, oh planeta musulmán, inmensas fuerzas prestas a levantarse para ayudar a ese esfuerzo mundial de hallar una vida espiritual para el siglo XXI. Pese a la gravedad de la patología, hay una excepcional multitud de hombres y mujeres dispuestos para reformar el Islam, para reinventar su genio alén de sus formas históricas y para formar parte así mismo en la total renovación de la patología relación que la raza humana mantuvo hasta la actualidad con los dioses. A todos, musulmanes y no musulmanes que sueñan juntos con una revolución espiritual, es a quienes me dirijo en mis escritos para proporcionarles, con mis expresiones de pensador, seguridad en lo que sueña su promesa. Pero todavía son pocos estos musulmanes y estas musulmanas que miran hacia el futuro, y su palabra no es suficientemente vigorosa. Todos ellos, a los que felicito por su lucidez y su valor, vieron de manera perfecta que el estado general de patología aguda de todo el mundo musulmán es lo que enseña el nacimiento de monstruos terroristas llamados Al Qaeda, Nuestra, AQMI o “ Estado Islámico”. Ellos han comprendido que estos no son mucho más que los síntomas mucho más perceptibles de un inmenso cuerpo enfermo, cuyas anomalías de la salud crónicas son las próximas: impotencia para crear democracias equilibrados en las que la independencia de conciencia en frente de los dogmas de la religión sea reconocido como un derecho ética y político; adversidades crónicas para prosperar la condición de las mujeres en lo relativo a la igualdad, la compromiso y la independencia; impotencia por dividir bastante el poder político del control de la autoridad religiosa; impotencia por instaurar un respeto, una tolerancia y un auténtico reconocimiento del pluralismo espiritual y de las minorías religiosas. ¿Va a ser todo lo mencionado culpa de Occidente? ¿Cuánto tiempo bello proseguirás perdiendo, mi amado planeta musulmán, con esa acusación imbécil de que tú mismo no crees y tras la que te ocultas para continuar mintiéndote a ti? Es ya hora de que reconozcan que, singularmente desde el siglo XVIII, has sido inútil de contestar al desafío de Occidente, sea pues te has refugiado de una forma infantil y mortal anteriormente con una regresión oscurantista del wahhbismo que prosigue realizando estragos por doquier en tus fronteras -un wahhbismo que tú propagas desde los sitios beatos de Arabia Saudita como un cáncer que saldría de tu mismo corazón-, sea por el hecho de que has seguido lo malo de Occidente, generando nacionalismos o generando un modernismo que es una caricatura de la modernidad. Deseo hablarte más que nada de este avance tecnológico sin congruencia con el arcaísmo espiritual que transforma a tus muy, muy ricas “elites” del Golfo en víctimas condescendientes con la patología mundial que es el culto al dios dinero. ¿Qué tienes el día de hoy de admirable, amigo mío? ¿Qué le queda que sea digno de suscitar el respeto de otros pueblos y civilizaciones de la tierra? ¿Dónde se encuentran tus sabios? ¿Aún tienes una sabiduría que ofrecer al planeta? ¿Dónde se encuentran los enormes hombres? ¿Quiénes son los Mandela, quiénes son los Gandhi, quiénes son tus Aung San Suu Kyi? ¿Dónde se encuentran los enormes pensadores cuyos libros habrían de ser leídos en todo el mundo como en los tiempos en que los matemáticos y los pensadores árabes eran referentes desde la India hasta España? De todos modos te has vuelto tan enclenque, escondido tras la seguridad de que de manera permanente manifiestas sobre ti….. Tú ahora no tienes idea quién eres ni adónde deseas ir, y eso te volvió tan desgraciado como belicoso… Te empeñas en no oír a quienes te has vuelto. invitan a mudar, liberándote por fin de la dominación de la religión que has predeterminado sobre la vida entera. Has optado por estimar a Mohammed profeta y rey. Has optado por determinar el Islam como religión política, popular, ética, que debe reinar tiránicamente sobre el estado, la vida civil, la calle, el interior de cada casa y cada conciencia. Has optado por opinar y por imponer que el Islam pide sumisión, en el momento en que el Corán proclama que “la religión no apremie a absolutamente nadie” (la ikraha fin Dîn). ¡Has transformado tu llamada a la independencia al imperio del temor! ¿De qué forma puede una civilización traicionar hasta tal punto su artículo sagrado? Varias voces, que tú no deseas oír, el día de hoy se levantan de Oumma para denunciar este tabú de una religión déspota y también indiscutible… Al punto de que bastantes fieles han interiorizado una cultura de la sumisión a la tradición ahora los “profesores de la religión” (manos, muftis, shouyoukhs,etcétera) que no comprenden en el momento en que se les charla de independencia espiritual ni de decisión personal sobre los pilares del Islam. Todo lo mencionado forma para ellos una “línea roja” tan sagrada que no se animan a ofrecerle a su conciencia el derecho de ponerla en cuestión. ¡Hay tantas familias donde esta confusión entre espiritualidad y servidumbre está engastada en sus espíritus, desde su edad mucho más tierna y donde la educación espiritual es de una pobreza tal que todo lo relativo a la religión es evidente…! Como es natural todo lo mencionado no está impuesto por el terrorismo de ciertos conjuntos de militares locos y entusiastas dirigidos por el Estado Islámico. ¡No, este inconveniente es considerablemente más profundo! ¿Pero quién desea escucharlo? Hay un silencio total sobre esto en el planeta musulmán, y en los medios occidentales no se siente mucho más que los especialistas en terrorismo que agudizan día a día la miopía general. No te hagas ilusiones, amigo mío, pensando que en el momento en que haya terminado el terrorismo islámico el Islam va a haber resuelto sus inconvenientes… Por el hecho de que lo que acabo de decir -una religión tiránica, dogmática, literalista, formalista, machista, conservadora, recesiva- es de manera frecuente el Islam ordinario, el Islam diario que padece y hace padecer demasiadas conciencias, el Islam del pasado ahora superado, el Islam desfigurado por todos y cada uno de los que lo instrumentalizan políticamente, el Islam que termina por proseguir ahogando a las Primaveras árabes y la voz de toda la juventud, que pide otra cosa. ¿Cuándo vas a hacer por fin esa revolución que logre lograr que espiritualidad y independencia rimen terminantemente, a la sociedad ahora las conciencias? Indudablemente que en tu inmenso territorio hay pequeñas islas de independencia espiritual: familias que emiten un Islam de tolerancia, de libre decisión, de profundización espiritual; sitios donde el Islam da lo destacado de sí, la civilización del comunicar, del honor, de la búsqueda del entender, y una espiritualidad en pos de lo sagrado, donde el hombre y la verdad última, llamada Allâh es hallan. Hay en la tierra del Islam y en todas y cada una de las comunidades musulmanas de todo el mundo conciencias fuertes y libres. Pero están condenadas a vivir su independencia sin que se les reconozca un auténtico derecho, corriendo riegos y riesgos en oposición al control comunitario e inclusive en ocasiones en frente de la policía religiosa. Hasta la actualidad jamás existió el derecho a decir «Yo escojo mi Islam», «Tengo mi relación con el Islam» Nada de eso es famoso por el «Islam oficial» de los dignatarios. Estos, en cambio, se aferran a la imposición de que “la doctrina del Islam es única” y que “la obediencia a los pilares del Islam es la única vía verídica” (sirâtou-moustaqîm). Este rechazo al derecho a la independencia en relación a la religión pertence a las raíces del mal que padeces, amado planeta musulmán; es uno de esos vientres oscuros donde se gestan los monstruos que tú haces saltar desde hace unos años en frente de la cara horrorizada de todo el mundo entero. Por el hecho de que esta religión de hierro impone a toda la sociedad una crueldad insostenible. Ella prosigue encerrando bastante de tus hijos y tus hijas en la jaula de un Bien y de un Mal, del lícito (halâl) y el ilícito (harâm) que absolutamente nadie eligió y que todo el planeta aguanta. Ella recluye a las voluntades, condiciona los espíritus, impide u obstruye la decisión de una vida personal. En numerosos países, todavía asocias religión y crueldad -contra las mujeres, contra los «pésimos fieles», contra las minorías cristianas u otros, contra los pensadores y los espíritus libres, los rebeldes- tal es así que esta religión y esta crueldad terminan transformando- para los mucho más desequilibrados y mucho más enclenques, en la barbaridad del yihad… No finjas, entonces, maravillarte, te lo suplico, que los diablos, como el llamado Estado Islámico, se hayan apoderado de tu rostro. Los monstruos y los diablos no se hurtan las caras que están desfiguradas con demasiadas muecas. Si tienes ganas de saber de qué manera dejar de ofrecer a luz a estos monstruos, te lo afirmaré. Es bien simple y bien difícil al unísono: tienes que reformar toda la educación que das a tus hijos en todas y cada una de las academias y en todos los sitios del comprender y del poder. Reformarlos para dirigirlos según los principios universales (aun si bien no seas tú el único que los transgreda o que persistas en ignorarlos): la independencia de conciencia, la democracia, la tolerancia y el derecho ciudadano a toda la extensa variedad de visiones de todo el mundo y opiniones, la igualdad de los sexos y la emancipación de las mujeres de toda tutela masculina, la reflexión y la civilización crítica de la religión en las universidades, la literatura, los medios. Por el momento no puedes retroceder, no puedes llevar a cabo otra cosa. Es el único medio para dejar de ofrecer a luz a estos monstruos. Si tú no lo haces, próximamente vas a ser desvastada por su poder de destrucción. Amado planeta musulmán… yo no soy mucho más que un pensador y, como siempre y en todo momento, ciertos afirmarán que un pensador es un hereje. Yo lo único que busco es llevar a cabo relucir nuevamente tu luz –el nombre que me diste es lo que me lo ordena, Abdennour, “Servidor de la luz”. Yo no estuvo tan severo en esta carta si no creyese en ti. Como se expresa comunmente, “Quien te desea, te va a hacer plañir”… Por contra, todos y cada uno de los que el día de hoy no son suficientemente severos contigo –que desean llevar a cabo de ti una víctima–, todos estos, de todos modos, no te hacen ningún servicio. Yo creo en ti, yo creo en tu contribución por realizar de nuestro mundo un cosmos al unísono mucho más humano y mucho más espiritual.

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