En la Iglesia vieja, en la mitad del paganismo, en el momento en que un hombre deseaba hacerse católico, era invitado a realizar un itinerario de iniciación al cristianismo que se llamaba “catecumenado”, palabra que proviene del término catecheo, que significa “ hago resonar” , escucho.
Catequesis iniciales
El sendero neocatecumenal empieza con un grupo de catequesis llamadas genéricamente como «Catequesis para jóvenes y mayores». Esta etapa se prolonga a lo largo de quince encuentros, que duran en torno a un par de meses, en los que se empieza proclamando el Kerigma (término heleno que significa “aviso”, “proclamación”), esto es, el aviso de la resurrección de Jesús , “Dios hecho hombre”, fallecido sobre la cruz por la salvación de la raza humana, por salve de cada uno de ellos del pecado y del mal. Con la finalización de este “primer aviso” y tras argumentar la naturaleza del sendero neocatecumenal, si el número de competidores lo permite y de manera voluntaria ellos de esta forma lo quieren, nace una exclusiva red social la que es convidada a arrancar su sendero de desarrollo y maduración en el seno de la parroquia, alimentada por el Trípode Palabra de Dios – Liturgia – Red social fraternal.
La primera etapa, famosa como precatecumenado postbautismal es una etapa de kenosis, o sea de «descenso», de humildad, al conocerse mejor por medio de la red social. Esta etapa se constituye de tres etapas:
POEMA SINFÓNICO AQUEDÁ
Escucharemos un poema sinfónico que se titula “Aquedà”. La palabra Aquedá, es una palabra hebrea, que significa “átame” y es en el Targum Neofiti, que es un comentario hebreo encontrado en una biblioteca de Roma donde se evangelizaba los hebreos. Y en este targum viene la traducción del pasaje de Abraham que detalla el sacrificio de Isaac y añade lo que le afirma un ángel: «Ven y ve la fe sobre la tierra: un padre que sacrifica a su hijo único, y el hijo amado que le da el cuello».
He puesto música a este artículo que tiene que ver con Isaac, imagen de la humildad de Cristo, que siendo Hijo de Dios se veja y se realizó pecado por nosotros. Esta parte refleja el instante en que Abraham se disponía a sacrificar a su hijo, y mirándole fijamente lo pone sobre la leña. Y en el momento en que le matará, Isaac le afirma: «átame, átame fuerte, padre mío, no vaya a ser que por el temor me resista y no sea válido tu sacrificio y los dos seamos rechazados».