ejemplos de por qué la religión es intrumento del patriarcado

 

CUANDO TE ENCUENTRAS EN EL SITIO DEL OTRO

El lenguaje (verbal o no verbal) es un aspecto increíblemente esencial. El idioma es algo que pertenece a la vida diaria de todas y cada una la gente, sin importar un mínimo dónde o de qué forma vivan. Precisamente, cada ubicación tiene su modo de expresión, que fue creada por las causas sociales y también históricas de cada ambiente. Lane (2006, p. 26) asegura que “el lenguaje, el instrumento y el producto popular y también histórico, se articula con significados objetivos, abstractos, metafóricos, aparte de los neologismos y jergas de cada temporada”.

El accionar que tienen los hombres de sentir las mujeres, no solo en el campo profesional, sino más bien para las mujeres generalmente, forma un lenguaje no verbal, y que puede presentarse en determinados hombres de forma irrespetuosa y vulgar, pero podría pasar lo mismo si se cambiaran los permisos y estas miradas empezaran a llegarlos por medio de las mujeres. De esta forma, las formas verbales influyen no solo en los alegatos, sino más bien asimismo en las acciones, y de qué manera esto puede dañar a toda la sociedad. Por ser algo histórico, es demasiado bien difícil de arreglar, demandando un enorme esfuerzo de reeducación personal y popular. Hoy día, estos hechos suceden considerablemente más con las mujeres, pero esto no quiere decir que no sería inapropiado que sucedieran asimismo con los hombres. Además de esto, se conoce que las mujeres asedian ostensiblemente a determinados hombres.

El cuerpo, envase del ingobernable

No hay nada en el mito de la Creación que induzca a meditar que Adán no deseaba el saber del bien y del mal, que no pecó por exactamente los mismos fundamentos que Eva. Según la historia, Dios los logró a los dos causantes y los castigó por igual. No obstante, la tradición cristiana se empeñó en llevar a cabo responsable del pecado en Eva —y, por extensión, todas y cada una de las mujeres—, con lo que se naturalizaba su debilidad frente a la tentación y se les adjudicaba la incapacidad de gobernar a los suyos deseos.

En cambio, eran los deseos los que regían las mujeres. La diferencia entre el hombre y la mujer se transformó de súbito en la división entre la cabeza y el cuerpo, la razón y la emoción. Se despojó de esta manera a las mujeres de su aptitud racional, lo que sirvió para justificar la iniciativa de su inferioridad. Se las privó de su aptitud de agencia —poder de actuación— y de autogobierno, y siendo regidos por sus deseos, era precisa redención de sus cuerpos.

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