ejemplos de personas que esconden su tipo de religion

Por Nicolás Panotto.

En las últimas semanas se ha levantado una exclusiva disputa en ciertos ámbitos religiosos y redes enlazadas al tema de independencia religiosa, con relación a la ratificación de la “Convención Interamericana contra toda forma de Discriminación y también Intolerancia” en el contexto de la Organización de Estados Americanos (OEA), que fue aprobada en 2013 y en este momento está en desarrollo de ratificación por cada país integrante. Hasta la actualidad México y Uruguay lo hicieron, y está ahora en régimen final en otros países, como Argentina, donde va a ser analizado por el Senado.

Síndrome fundamentalista

El fundamentalismo tiene muchas caras pero hay una que le retrata: la seguridad desde la que charla. El fundamentalista no se restringe a justificar sus ideas o sus acciones, algo que todo el planeta debe realizar sino, sentado en la roca estable de su fundamento, evalúa a el resto con superioridad arbitraria. El baso puede ser Dios, un libro, un líder, una palabra o el dinero.

La palabra fundamentalismo nació en EEUU y, raramente el día de hoy los líderes de la nación mucho más vigorosa del mundo se detallan orgullosos de ser los bendecidos por Dios. Mucho más aún, y es este la cara genuino, su fundamentalismo actúa en la ofuscada concepción que tienen de su misión en el planeta, en la soberbia de sus actos, en la mirada entre protectora y también imperial al resto de los humanos.

¿De qué manera comprender cuándo proyectamos, cuándo entramos en el territorio de la sombra?

En el momento en que alguien, con su actitud o sus ideas, nos perjudica emotivamente y respondemos de manera exagerada en contra, lo mucho más posible es que estemos proyectando nuestra sombra. Si bien las proyecciones asimismo tienen la posibilidad de ser positivas, por norma general lo que advertimos en el resto son estas características que nos resultan mucho más inaguantables de nosotros. Entonces para conocer estas características de nuestra sombra debemos investigar qué reacciones y aspectos nos incordian del resto y exactamente en qué nivel nos afectan. Si yo lo que mucho más odio y detesto es la soberbia, por servirnos de un ejemplo, lo mucho más posible es que esté en frente de características de mi sombra personal, si bien me sea increíblemente bien difícil aceptarlo. Como es natural, no todo cuanto criticamos es una proyección, pero si actuamos desmesuradamente frente a eso que objetivamente no posee tanta relevancia quiere decir que algo se ha habilitado en nuestro inconsciente. Si aceptamos la compromiso de nuestras conmuevas en la generación del desarrollo de proyección, vamos a poder mudar nuestra iniciativa y nuestro sentimiento hacia la multitud que nos circunda por otra visión mucho más verdadera.

Como enseña la psicología generalmente, el diálogo frente a frente entre la conciencia y su sombra es una necesidad terapéutica. La mejor forma de integrar nuestras partes opuestas internas, de ofrecer luz a nuestra sombra personal, es encararla y quererla comprender responsablemente, aceptar que estas especificaciones y atributos negativos que negamos en nosotros verdaderamente viven en la parte obscura de nuestra personalidad, que nuestra sombra tiene dentro los puntos mucho más primitivos y también inadaptados de nuestra naturaleza que hemos rechazado por fundamentos sociales, culturales y morales. Tener conciencia de nuestra sombra es un bien difícil reto ética, un conocimiento lamentable de comprar, que empieza con “quererse hablar” de nuestra parte negativa que el ego ha rechazado: nuestra maldad, codicia, avaricia, envidia, celos…, para de este modo llevar a cabo conscientes nuestros enfrentamientos inconscientes. De esta manera vamos a poder estudiar a apoderarnos de nuestras proyecciones y recuperar toda la energía y fortaleza que oculta nuestra sombra. En el momento en que descubrimos nuestro lado obscuro comenzamos a relacionarnos con nuestro inconsciente (que va dejando de ser un irreconocible) y vamos reorganizando nuestra personalidad y expandiendo nuestra identidad.

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