diferencia esencial entre el monoteístas y las religiones místicas

No hay duda de que, con la globalización, nos encontramos pasando de opiniones universales y únicas al pluralismo y la fragmentación de tradiciones particulares heterogéneas. Exactamente el mismo término de religión resulta el día de hoy bien difícil de determinar, ya que no hay un contenido universal que logre aplicarse por igual a todas y cada una de las tradiciones que se muestran como religiosas. Debemos contentarnos con una aproximación a la religión, definiéndola con Wittgenstein por la semejanza de familia, desde la religión monoteísta que conocimos en Occidente. Es ineludible que en el momento de charlar de la religión partimos de las formas que nos son mucho más conocidas y familiares, y desde ellas hablamos a otras mucho más lejanas y distintas, si bien hay que eludir la inclinación de asimilarlas y también interpretarlas desde nuestros cánones. La filosofía de hoy se expone el universalismo desde los derechos humanos, que quieren ser transculturales, pero que tienen una especial ineludible en su contenido, en la mayoría de los casos predeterminado por la tradición occidental. ¿De qué forma es viable proteger principios éticos universales que no obstante han surgido en una cultura especial? ¿De qué forma llegar a un consenso intercultural mínimo: abstrayente de las etnias particulares o asumiendo una como eje directivo para la universalización? Y, en el último caso, ¿de qué forma eludir la caída al colega o etnocentrismo europeo, en la línea de Hegel que hacía de Occidente la vanguardia de la raza humana y el portador del espíritu absoluto? Esta problemática se da asimismo el día de hoy en las opiniones religiosas. En el chato de las religiones, el inconveniente se expone desde la tensión entre una tradición que tiene un contenido importante especial (el monoteísmo judío, católico o musulmán) y su intención de universalidad y absoluteza: la de ser la religión válida por a toda la raza humana. Esta tensión de peculiaridad y intención universal se aguza por la pluralidad fáctica de religiones, cuya pura vida expone problemas a una religión única y universal. De ahí que, el día de hoy es precisa una filosofía y teología de las religiones que tenga presente la pluralidad que existe y explique el estatuto epistemológico desde el que se hacen las distintas proposiciones. Vamos a abordar las distintas respuestas dadas y evaluaremos los intentos de reconciliar la exigencia de validez universal con la condición fáctica de cada tradición especial. Observaremos de qué forma tras las distintas teologías de las religiones hay resoluciones y proposiciones filosóficas. El trasfondo hegeliano y también ilustrado La primera iniciativa es la clásico. La afirmación de que una religión es la auténtica y que el resto son opiniones falsas. Es la concepción que subyace al popular postulado “plus ecclesiam nula salus”, que en un primer instante se dirigía contra los herejes y cismáticos cristianos, para amonestarles a regresar al seno de la Iglesia. Entonces se transformó en un comienzo teológico con relación a el resto religiones. Fue el planteo inspirador del cristianismo con relación a las religiones precolombinas y con las considerables tradiciones religiosas asiáticas. Desde el postulado de que el fallo no está en su derecho a existir, se combatían las opiniones oponentes y se les negaba valor epistemológico y significación salvífica. Del exclusivismo al inclusivismo El cristianismo no solo postulaba la realidad absoluta de su credo, sino más bien asimismo el monopolio de salvación. Tenía la peculiaridad en el ingreso a Dios, lo que se legitimaba con teologías que aseveraban que el resto religiones eran inventos de Satanás para confundir a la raza humana, o de manera mucho más moderada y actualizada, que el cristianismo era la única religión de salvación , al tiempo que el resto religiones eran producciones humanas. Aun se aseveró que el cristianismo no era una religión, esto es, obra humana, sino más bien fe, inspirada por exactamente el mismo Dios. De ahí que, la actualizada contraposición entre fe y religión subyace, por poner un ejemplo, al planteo de la teología dialéctica. Son formas distintas de entablar la diferencia cualitativa entre el cristianismo y el resto religiones, a las que se niega aptitud para detallar la comunicación entre Dios y el hombre. En este contexto hay una situación especial que se erige en la única verídica, de ahí que la única universal viable. Y esto se dió tanto en la relación del cristianismo con el resto religiones, como en cada Iglesia o confesión respecto del resto. La asimetría entre verdad única y fallos, totales o parciales, hacía inviable no solo el diálogo entre las religiones, sino más bien asimismo el ecumenismo que ponía el acento comunmente subsistente en la mitad de las diferencias. Desde esta visión, que ha durado hasta la primera mitad del siglo XX, solo podía hablarse de un retorno de los cismáticos y herejes a la única Iglesia verídica, no de un reconocimiento mudo entre Iglesias, en tanto que fallo no lleva razón de existir. Por lo relacionado a el resto religiones, generó una política misionera proselitista, que se integraba en la activa expansionista colonial que marcó la modernidad. La justificación hegeliana de la expansión colonial de Occidente, con el propósito de llevar la civilización y la civilización a los pueblos subdesarrollados, servía de marco para legitimar la misión religiosa y la destrucción de las religiones y tradiciones locales. No había no un esfuerzo por inculturar el cristianismo en otras etnias y tradiciones, en tanto que se consideraba estas inferiores y poco civilizadas. Sino se implantaba el modelo eclesial y espiritual de las metrópolis, se rechazaba cualquier intento de fusión entre horizontes religiosos distintas (como ocurrió en el enfrentamiento de los ritos malabares de China y también India) e inclusive se excluía a los indígenas del ingreso a los sitios de poder en las religiones, los ministerios eclesiales, por considerarlos poco capaces para llevarlo a cabo. Esta teología de las religiones es de clara raíz hegeliana, ya que una parte del presupuesto incuestionable de la superioridad de la religión y cultura occidental con en comparación con resto de todo el mundo. La religión del Dios encarnado, que es la manera más especial de la religión absoluta, no podía ponerse al mismo nivel que el resto religiones, afirmadas como intentos del hombre por estar comunicado por Dios, mucho más que revelación o inspiración de este. último. La mayor diferencia entre el planteo hegeliano y el exclusivismo católico es que Hegel puede asumir que las religiones “inferiores” se incluyan y subsistan en la superior (Aufhebung), desde la síntesis dialéctica, al paso que el planteo teológico se movía mucho más en el contexto de la disyuntiva dualista (verdad y fallo) que destacaba los contrastes y las tensiones, sin que hubiese una universalidad dialéctica en la religión absoluta. O sea lo que cambió en el siglo XX. Del exclusivismo a la aceptación limitada de la pluralidad En la segunda mitad del siglo XX se llegó a un nuevo modelo. El desarrollo de descolonización, desde la segunda guerra mundial, tal como la toma de conciencia del sustrato etnocentrista occidental ha favorecido la autocrítica y la apertura a lo diferente. Hay asimismo conciencia de que los enfrentamientos sociopolíticos y las guerras tienen un ingrediente espiritual que pide una reflexión sobre la religión como fenómeno social y cultural, se crea o no que sea revelación divina. A esto se le añade la mayor movilidad y también interdependencia planetaria, que el día de hoy se fortalece desde el desarrollo de globalización. Todo lo mencionado generó un replanteamiento teológico y filosófico del exclusivismo de la etapa previo. El giro intersubjetivo y lingüístico de la filosofía, tal como la revalorización de las tradiciones y de todo el mundo de la vida, que es la enorme aportación fenomenológica y hermenéutica, fueron acompañadas por el hallazgo del otro y la revalorización de las diferencias como elementos constitutivos de nuestra identidad personal y colectiva. El ecumenismo intracristiano y el diálogo con las religiones se convirtieron en elementos determinantes de nuestro tiempo. El paso primordial supone pasar del exclusivismo espiritual (una creencia es la que tiene el monopolio del ingreso a Dios) al inclusivismo: hay múltiples religiones por medio de las que Dios se ha manifestado a toda la raza humana. En este sentido todas y cada una son válidas, ya que se permite la relación entre Dios y el hombre. No obstante, su nivel de validez es distinto, siendo el cristianismo el que tiene la plenitud de la revelación y de la salvación, la religión superior que abarca y asimila, llevando a su perfección, las verdades parciales del resto. De esta manera, se pasa del monopolio exclusivista al inclusivismo que admite la validez de todos y proclama la superioridad universal de una particularmente. Por el momento no es necesario contraponer una religión específica a el resto como una disyuntiva enserio y fallo, pero sigue la superioridad de un sendero espiritual sobre el resto, sea pues todas y cada una de las opiniones se orientan hacia el cristianismo como sendero constitutivo más especial. ción de la relación con Dios o pues es la mejor mediación por mucho más madura y plena. De esta manera que los cristianos charlan de la religión judía como un sendero de preparación que acaba en la revelación de Jesús, de esta forma asimismo se podría charlar de enormes viejos testamentos de la raza humana, que serían las religiones mundiales, a través de las que es Dios mismo el que ha listo a todos y cada uno de los pueblos hasta el momento en que llegue la plenitud del cristianismo. Así se responde a la pluralidad fáctica de opiniones, se acepta que Dios no dejó a los hombres sin sendero para tener relaciones con ellos, si bien no conociesen el cristianismo, y se mantiene el carácter prioritario del monoteísmo católico sobre cualquier otra creencia. Como es lógico, el presupuesto está hecho desde la visión cristiana (la que es la auténtica) y se otorga a el resto el hecho de ser lícitas y medianamente válidas, conque hay contenidos revelados por Dios, que no llegarían a lograr el nivel de nuestra tradición religiosa de pertenencia. Existe aquí una concepción asimétrica y jerárquica de las religiones, que torna posible la convivencia pacífica entre todas y cada una, pero que hace del particularismo espiritual occidental la creencia universal, no por ser la única sino más bien por ser la mejor. El simbolismo del calendario católico, que divide la historia en antes y tras Cristo, deja ver a las religiones como viejos testamentos de la raza humana.

Referencias

  • “Dios” en Wikipedia.
  • “Dios, sano” en el Diccionario de la Lengua de la Real Academia De españa.
  • “Etimología de Dios” en el Diccionario Etimológico Español En Línea.
  • “Concepts of God” en Stanford Encyclopedia of Philosophy.
  • “God (deity)” en The Encyclopaedia Britannica.

Deja un comentario