de la religión romana se mantubo en la cristiana

“Hemos acordado admitir a los cristianos ahora todos los otros hombres la independencia y la oportunidad de entrenar la religión que cada uno de ellos desee”. Estas expresiones no proceden de una actualizada declaración de derechos civiles, sino más bien del llamado Edicto de Milán, decretado por los emperadores Constantino y Licini en el mes de febrero del 313, del que hace 1.700 años. Era la primera oportunidad en la historia que se reconocía judicialmente esa independencia.

El Edicto llegaba tras entre las duras persecuciones que los cristianos padecieron a inicios del siglo IV. Lo había liberado en el año 303 el emperador Diocleciano, adjuntado con Galeri, en un intento de volver a poner la unidad estatal conminada, a su juicio, por el desarrollo del cristianismo. Estos gobernantes ordenaron demoler las iglesias de los cristianos, abrasar las copias de la Biblia, condenar a muerte a las autoridades eclesiásticas, privar a todos y cada uno de los cristianos de cargos públicos y derechos civiles, tal como obligar a realizar sacrificios a los dioses bajo pena capital.

De origen en grecia.

Un grupo de cultos muy extendidos en el siglo III fueron los cultos mistéricos, de origen en grecia, relacionados inicialmente con deidades enlazadas a la fertilidad y al cultivo de los campos. Estos morían para después vencer en sus realizados (producto de la observación de la naturaleza). Sus competidores fueron en especial reluctantes a descubrir su desempeño, pero indudablemente sus cultos se estructuraban basado en ritos de iniciación y prometían la salvación a través de el saber de la verdad divina y, por consiguiente, de la realidad absoluta . Lo verdaderamente agradable de estos cultos es la superación del mortal destino (fatum) al que todos, irremisiblemente, estaban premeditados. Esto superaba hasta el poder de los dioses habituales. Y es una misión individual, lo que es una novedad muy importante en el pensamiento de roma (Blázquez, 1989: 456-458).

La posibilidad de un bien ultraterrenal dado a través de el saber de la realidad y de una divinidad superior y universal, aparte de comunicar peculiaridades con otras religiones, era suficientemente fuerte para progresar en un planeta desarraigado y también inseguro . Su esoterismo suponía una concepción radicalmente discordante en el campo público y colectivo propio de la religión clásico (Alvar, 2014: 266). Para hacernos un concepto de su extensión, los emperadores Adrià (siglo II) y Julián (siglo IV) se empezaron y también hicieron su culto, aparte de lo clásico.

Deja un comentario