Introducción. En el umbral del tercer milenio el cristianismo es esencialmente europeo y americano, siendo que la población cristiana de america sobrepasa extensamente a la población europea. El cristianismo entra en el milenio como situación de america frente todo. No obstante conquistó una gran parte de África, mucho más de media población de África ubicada en el centro y sur del conjunto de naciones pese a la fuerte expansión musulmana del Norte hacia el Sur. En Asia el cristianismo forma todavía una minoría insignificante numéricamente, pese a Filipinas, única isla cristiana en un planeta tan extendido que reúne considerablemente más de media población mundial. Además de esto, la población de Europa dejó de medrar y reducirá. La población de América medra cada vez menos. La población de África medra vertiginosamente y la población de Asia asimismo, pese a las medidas severas de restricción de la natalidad en China. Por consiguiente el cristianismo que entre en el milenio es fundamentalmente americano, si bien en el curso del milenio tienen la posibilidad de suceder sorpresas del lado de África o del lado de Asia No existe ninguna señal de que el cristianismo logre ingresar en el planeta musulmán , escasas señales de que logre influenciar intensamente el hinduismo o el budismo. La mayor promesa estaría en China y en Vietnam, tal como en Corea. En China y Vietnam el comunismo abrió paso al cristianismo. Al final de cuenta el marxismo es una herejía cristiana: ingresó el fermento católico tanto en China como en Vietnam. En ámbas Iglesias fortalecidas por las pruebas y que hallan frente sí fuertes religiones habituales. Quienes abrió el sendero al cristianismo fueron los marxistas cuyas ideas están tan empapadas de cristianismo. Y en Corea el cristianismo nació sin contacto con el colonialismo; nació por idea de coreanos y no por idea de misioneros, lo que le devuelve considerablemente más autóctono y libre. Un segundo carácter esencial del cristianismo en el umbral del siglo XXI es que se habla de una manera de cristianismo separada en verdad de las Iglesias. Solo un diez% a un 20% de los cristianos tienen nudos institucionales con las Iglesias. La Iglesia no controla la marcha del cristianismo. El clero perdió el liderazgo del cristianismo. Las Iglesias cristianas son instituciones anticuadas. La Iglesia católica tiene instituciones formadas en la Edad Media y se volvió completamente inútil de accionar de manera eficiente en la sociedad. Las influencias de la Iglesia Católica no va alén del diez% al 20% de los observantes y, no obstante, ese diez% al 20% no admite las orientaciones del clero en materia ética, popular o sexual. El Papa, los obispos, los progenitores son tratados con bastante respeto, pero en la vida popular y personal ninguna prosigue sus enseñanzas. La evolución de la sociedad en este final del segundo milenio, en Brasil, por servirnos de un ejemplo, no debe nada a la doctrina popular de la Iglesia. Entonces el cristianismo en el umbral del tercer milenio no se identifica con las Iglesias cristianas, por el hecho de que solamente administran a una minoría de la sociedad, de las ideas o de los hábitos cristianos. 1. EL CRISTIANISMO FUERA DE LAS IGLESIAS TRADICIONALES. A) EL CRISTIANISMO EN LA MODERNIDAD Desde el siglo XVI se expresan las modernas pretensiones. No obstante desde hace tiempo ellas continuaron contenidas en círculos intelectuales o sociales aproximadamente furtivos. Las novedosas pretensiones conquistan espacios solamente. Hubo la revolución puritana de 1640 en Inglaterra, después la llamada Revolución Gloriosa de 1688. Entonces va a venir la Revolución Francesa que los ejércitos de Napoleón llevan por toda la Europa Continental. Las revoluciones liberales del siglo XIX en Europa, las guerras de independencia en América desde 1776 en EE.UU. hasta la proclamación de la república en Brasil en 1889 fueron etapas de la conquista de la vieja cristiandad por el temario liberal. En el siglo XX el liberalismo termina triunfando hasta el punto de que ciertos observadores han comunicado que en lo sucesivo por el momento no va a haber mucho más cambios: la historia logró su fin definitivo. Desde 1989 USA puede imponer su modelo “democrático” a todo el mundo, cuando menos verbalmente. No obstante, los enormes temas de la modernidad son frutos del cristianismo y forman la contribución cristiana a la figura de la raza humana en el umbral del tercer milenio. 1. El primer tema es el de la independencia. Grecia inventó la independencia, pero restringiéndola a los privilegiados de las ciudades, a los que no trabajan y eran dueños de la tierra. La extensión de la independencia para todos y la concepción de un planeta hecho de hombres libres, libres hombres y mujeres de todas y cada una de las etnias y etnias, nació el cristianismo. Ninguna otra enorme religión mundial proclama tal aspiración, ningún imperio, ninguna civilización. Se comprende por independencia tanto la independencia civil como la independencia política o económica. La independencia civil se ajusta a lo que tiene por nombre «derechos humanos», derecho de circular, trabajar, meditar, expresarse, asociarse y otros. La independencia política es la participación en el gobierno de la sociedad en un Estado de derecho, libre de las arbitrariedades de los poderosos. La independencia económica es la independencia de tomar ideas económicas y de ser dueño de los lucros resultantes de la actividad económica. De manera general, estas libertades fueron conquistadas contra la resistencia del clero y de las Iglesias institucionales. Por norma general el clero no reconoció una herencia cristiana, por lo menos hasta el Concilio Vaticano II. No obstante, ellas son cristianas y siempre y en todo momento hubo ciertos cristianos siendo conscientes de que se percataron. Pero no fueron apoyados y sí condenados por la jerarquía. 2. El segundo tema católico es la desacralización o la secularización de todo el mundo. En las civilizaciones viejas y en lo que todavía queda en Asia, en África o en el planeta indígena y afro de América, el hombre vive gobernado por el temor a la naturaleza. Temor a los fenómenos meteorológicos (sequía, crecidas de agua, truenos y rayos), temor a los animales, temor a las fuerzas de la naturaleza que no consigue comprender. De ahí que recurre a medios mágicos o religiosos. Asigna las amenazas a fuerzas sobrenaturales. Ve el planeta penetrado por entes sobrenaturales animados de pretenciones y deseos como los humanos. Imagine un planeta de entidades invisibles y procure controlar el planeta sensible a través de los seres invisibles. De ahí la proliferación de ritos y opiniones. La secularización asimismo se efectúa en parte importante contra la oposición del clero y de las Iglesias establecidas. Todo comenzó con la resistencia representando a la Biblia y de la tradición en los descubrimientos científicos y en las novedosas técnicas. No obstante, la secularización es cristiana. El cristianismo libera al humano de todo temor a entidades sobrenaturales. Proporciona un planeta abierto al trabajo humano. El católico se siente a intención en el planeta por el hecho de que es hijo de Dios y por consiguiente heredero: el planeta es la herencia recibida del Padre. No debe sentirse conminado o apremiado. El planeta es bueno y le fue dado por el Padre. Nuevamente, la expansión del cristianismo se realizó contra la resistencia de las Iglesias. 3. El tercer tema católico es el de la alegría. En las civilizaciones viejas los hombres y mucho más aún las mujeres llevan una vida de deberes y obligaciones. Viven sometidos a tradiciones, reglas, construcciones y tabúes. Ahora fue dicho que los hombres habituales viven sometidos a los progenitores alén de su muerte, sumisos en la familia, en la tribu. La vida individual solo comenzó a tener valor desde el cristianismo que emancipó al sujeto de todas y cada una de las construcciones, creó el término de persona humana y dio la oportunidad de buscar la alegría individual. Los evangelios charlan un lenguaje de felicidad. El cristianismo comenzó a valorizar su historia temporal, la vida terrestre con todos y cada uno de los valores. Valoriza el cuerpo y los valores anatómicos a la inversa de las civilizaciones viejas. Lejos de concentrar la atención en la vida futura, el evangelio se refiere a la vida presente. Se transformó en que la Iglesia en tantas ocasiones enseñó un mensaje diferente que varios no reconocieron el evangelio en la emancipación del sujeto y en la búsqueda de la alegría. La Iglesia se inculturó bastante en el planeta heleno. Adoptó la visión del platonismo que niega el valor de cuerpo y nucléa al humano en el alma, creando la oposición clásico entre alma y cuerpo. Muy frecuentemente la doctrina platónica fue presentada tal y como si fuera la doctrina. Entonces vino el estoicismo con la opresión de los deseos, la negación de la sensibilidad, la búsqueda de la razón que devuelve al humano indiferente a los hechos. El cristianismo pareció homónimo de sacrificio, vida ascética, mortificación, opresión del cuerpo, de hecho del sexo, de búsqueda del alma separada del cuerpo. No obstante, nada de o sea católico. Todo lo mencionado es el resultado de una inculturación que en el final elimina el evangelio y el mensaje católico. En el momento en que las novedosas generaciones respondieron, la Iglesia no reconoció el mensaje. Nuevamente identificó al cristianismo con la inculturización que se causó en el planeta heleno y perdió de vista sus orígenes, enseñando una cultura ahora excedida en la crónica de la raza humana. La modernidad fue un emprendimiento de llevar a cabo una felicidad aquí en la tierra. Varios cristianos hallaron que para el evangelio solo probablemente halla felicidad en el cielo. B) EL CRISTIANISMO EN LA POS – MODERNIDAD. La posmodernidad puede verse como una radicalización de las misiones de la modernidad: queja contra las infidelidades de los modernos a sus idóneas y afirmación extremista de los valores modernos. 1. La modernidad apareció con apariencia de sistemas y también ideología: liberalismo, nacionalismo, socialismo. Cada uno de ellos muestra un programa para la liberación de la raza humana. Pero hace independencia a través de la integración en sistemas: frustra las pretensiones particulares. Proclama la independencia de la raza humana, pero pide renuncia a libertades específicas de cara a una independencia futura. Las ideologías modernas proclamaron la emancipación de la cristiandad, del feudalismo, de la Iglesia, pero reconstituyen novedosas iglesias, nuevos feudalismos y una exclusiva sociedad composición. Los posmodernos desean la independencia del sujeto. En esto argumentan a una proclamación evangélica y cristiana. Los sistemas modernos no cumplieron con las promesas. De ahí que la queja y la reacción. No obstante, pocos desilucionados de la modernidad vuelven a las Iglesias habituales. Se orientan hacia los movimientos de emancipación individual mucho más radicales 2. Los posmodernos culpan a la modernidad de haber desarrollado valores sagrados, nuevos ídolos: la ciencia, la democracia, la técnica, el desarrollo económico. Representando a estos valores lo que se crea es un sistema de dominación, permisos, explotación del humano por el hombre. Denuncian las patrañas de las ideologías modernas por desacralizar el planeta radicalmente. Esto procede asimismo de una inspiración cristiana: el rechazo de los ídolos, del absoluto puesto en realidades temporales y materiales. 3. Representando a la paz y de la alegría humana, en el siglo XX la modernidad fomentó guerras, genocidios, matanzas, destrucción material y ética de pueblos enteros, siempre y en todo momento en labras de una ideología de felicidad. De ahí una incredulidad extendida en todos y cada uno de los sistemas y en todas y cada una de las promesas. Cada uno de ellos busca su felicidad por sí solo sin recibirla de un partido o de un movimiento, de una ideología. Esto asimismo procede de una inspiración cristiana que las Iglesias tienen que admitir. No obstante, las Iglesias tienen la popularidad de educar una sabiduría de mortificación, tristeza, opresión de los deseos, condenando el planeta y las pretensiones de felicidad. A los ojos de la mayor parte, la Iglesia enseña lo opuesto al cristianismo. ¿Por qué razón existe esa popularidad? Deberíamos investigar la manera específica de de qué forma se transmite en verdad el mensaje del evangelio y lo que se enseña en verdad en la verdad de cada día como cristianismo. ¿Va a ser que los propios catequistas saben qué es el cristianismo? ¿No va a ser que emiten y desean reproducir una manera de vivir que es una ideología nacida de la filosofía griega o de otras fuentes espurias sin percatarse y suponiendo que lo que enseñan es cristianismo? ¿No es que los hábitos tan burocratizados de la Iglesia nutren estas falsas interpretaciones? 2. LAS MODALIDADES DEL CRISTIANISMO EN LA ACTUALIDAD. A) EL CRISTIANISMO DE LA MAYORÍA La mayor parte de todo el mundo occidental acepta nudos con el cristianismo y todavía se afirma católico. No obstante, hablamos de un cristianismo refugiado en la privacidad de la vida personal. No se expresa en la vida popular, no en la vida familiar. La mayor parte admite la presencia de Dios, si bien esenciales minorías dicen tener muchas inquietudes o no opinar en Él. Alén de esta fe en Dios, los dogmas cristianos son por norma general extraños o populares de manera muy desfigurada. Ciertos son rechazados como el pecado original, el infierno, la necesidad de la felicidad. En lo que se refiere a los preceptos morales, esta mayoría no toma como referencia ética lo que afirma la Iglesia. De modo general, hacen una distinción clara entre las Iglesia y el cristianismo. Este cristianismo diluido, sin dogmas, sin preceptos, sin observancias, es puramente interior con escasas expresiones, salvo movimientos prácticamente mágicos u frases de necesidades tráficas en el caso de patología grave, riesgo inminente o catástrofe. Las prácticas que mucho más continúan son las mucho más superticiosas. Si en verdad en la vida el cristianismo prosigue inspirando en accionar, la mayor parte no se da cuenta. No recuerda de los orígenes cristianos de los derechos humanos, de la solidaridad, de la independencia. Continúa una incomodidad frente la desaparición, el padecimiento, los enfrentamientos y la contrariedad de la paz. Las muy frecuentes diversiones intentan olvidar estos puntos negativos de la presencia, pero es imposible realizar ocultar toda esta situación. Crea un malestar pero el malestar no desemboca frecuentemente en la adhesión a una religión institucional. De ahí que la multiplicación de las terapias de toda clase, materiales o psicológicas. Muchas veces no hace aparición precisamente la distinción entre terapia y religiosidad. En todos y cada uno de los hombres y mujeres el día de hoy procuran mayor confort, felicidad, calma, armonía, salud total. La religión que atrae es aquella que marcha como terapia. B) LOS FUNDAMENTALISMOS. Minorías escogen el regreso al pasado. Son minorías que jamás sobrepasar al 5% de los cristianos, y en general no llegan no al 1%, pero hacen bastante estruendos y llaman la atención de los medios. Los movimientos integristas, que son la manera católica del fundamentalismo, están en expansión: Opus Dei, Legionarios de Cristo, Sodalitium, y hasta un punto asimismo los movimientos mucho más extensos, procuran un cobijo contra la modernidad y la posmodernidad en la afirmación combativa de todo lo institucional de la Iglesia Católica: dogmas, preceptos morales, actos religiosos habituales. Para ellos, ser católico es utilizar estrictamente todas y cada una de las leyes eclasiásticas y la virtud es la obediencia. Ahora había en la Contra-reforma católica y en la manera en que fue interpretado el Concilio de Trento varios letras y números de pre-integrismo. La «romanización» interpretada por «zelanti» desde el pontificado de Pío IX fortaleció las notas integristas del tridentinismo. Así los integristas tienen la posibilidad de presentarse tal y como si fuesen los auténticos representantes de la tradición cristiana. El integrismo procede de la inseguridad nacida del contacto con la modernidad. Quien es inútil de vivir en la inseguridad o en la indecisión rompe con el planeta y se crea un planeta paralelo a la Iglesia, soñando con una exclusiva cristiandad. Indudablemente, este pontificado dio muchas señales que estimularon el integrismo. El primordial método en la decisión de los obispos fue la seguridad en la subordinación incondicional a todo cuanto emite de Roma. La capacitación sacerdotal se concentró nuevamente en la ortodoxia de la doctrina y los llamados para una exclusiva evangelización han quedado frustrados por hallar un cobijo contra el planeta. Prácticamente 20 años de novedosa evangelización brindaron como resultado en América latina una multiplicación de las iglesias pentecostales y el alejamiento de los intelectuales. Y no podía ser de otro modo. El día de hoy, pese a tantas proclamaciones de evangelización, la Iglesia tiende a encerrarse en sí. Regreso para el centro parroquial, tratando persuadirse de que la parroquia va a ser aspecto de evangelización, en el momento en que en 800 años brindaron prueba en caso contrario. No obstante, tocar la parroquia sería mudar toda la composición del clero. Pío XII ha dicho un día que debiendo seleccionar entre una evangelización de todo el mundo obrero y la identidad sacerdotal él elegía la identidad sacerdotal. Nos encontramos en una situación similar, pero absolutamente nadie tiene el valor de decir lo que afirmaba Pío XII. C) EL PENTECOSTALISMO. Las Iglesias pentecostales están en medio de una expresión en todo el mundo. En la Iglesia católica, los movimientos atractivos asimismo avanzan. En Brasil están asumiendo poco a poco más la pastoral de su grupo. Las novedosas orientaciones de la CNBB fueron inspiradas por el movimiento atractivo. Más que nada la novedosa forma de pensar que predomina en el planeta clerical se inspira poco a poco más en esto movimientos: insistencia en la emoción religiosa y en todo cuanto le estimula, empleo de los medios, acentos triunfalistas. El viaje del papa puede representar un marco: la Iglesia eligió la utilización de los medios ricos y la coalición con los poderosos para apoderarse al público manipulando la emoción religiosa, estrategia sugerida por los líderes de la Renovación atractiva. No entendemos hasta dónde y hasta cuándo el pentecostalismo proseguirá medrando. En todo caso, en el umbral del tercer milenio es un factor marcante. La jerarquía tiene promesa de poder supervisar el movimiento. Indudablemente, el movimiento podría tener secuelas imprevisibles. El pentecostalismo tiene aspectos fundamentalistas: vuelta a la tradición dogmática y ética, fortalecimiento de la red social y de la autoridad de la Iglesia. A propósito, es una restauración de la religión clásico. Varios católicos rencuentran en las Iglesias pentecostales elementos de su tradición católica. Múltiples personas hallan en las comunidades pentecostales seguridad, protección contra un planeta belicoso. No obstante, semeja que hay en el pentecostalismo algo mucho más abastecedor y mucho más profundo. Las Iglesias pentecostales ofrecen y viven una religión de fe adaptada: el fiel revela a Jesús Cristo, admite a Jesús Cristo en forma personal y vivencial como jamás lo experimentara en su trayectoria católica o protestante clásico. Tiene ingreso a una independencia interior en una fe personal que le da la impresión de haber vivido un umbral. Antes vivía bajo la ley (la ley católica), en este momento es movido por el Espíritu. Las Iglesias pentecostales facilitan todo el aparato institucional y se concentran en la experiencia de fe. Desde ese umbral, se puede conocer hasta qué punto la fe de la vieja cristiandad se encontraba relacionada a una cultura, era una parte de la visión de todo el mundo y se transmitía con esa visión de todo el mundo. Además de esto, esta fe clásico se encontraba relacionada a la vieja religiosidad natural: no distinguía precisamente al Dios del evangelio del dios de la lluvia, de los truenos, de las tormentas. Era reconocimiento de la soberanía de Dios, pero no era la adhesión a Jesús como aquel que llena y orienta la vida y transporta a actualizar todo el grupo del accionar humano. En el pentecostalismo o la renovación atractiva, la gente que vivían una religión clásico o natural se dan cuenta la fuerza del Espíritu y la persona viva de Jesús. Siempre y en todo momento se suponía que la Iglesia traía esta experiencia con su aparato de mediaciones: dogmas, preceptos, sacramentos, devociones. En la verdad las mediaciones llenan todo el espacio y ocultan el objetivo. Los medios para llegar a Jesús ocultan al propio Jesús. En este sentido, el pentecostalismo ordena a la Iglesia clásico a constatar su falta primordial: ella es inútil de despertar la fe, inútil de evangelizar más allá o por causa de todo el difícil aparato en teoría destinado a la evangelización. Lo malo que podría suceder sería que la Iglesia tomara de los movimientos pentecostales ciertas recetas para conseguir mucho más popularidad sin mudar la composición de la institución. El desafío del pentecostalismo no se disminuye a un inconveniente de marketing o al empleo de técnicas modernas. El pentecostalismo todavía está en la etapa de expansión, y todo señala que en el umbral del tercer milenio forma un aspecto de importancia. 3. LA IGLESIA CATÓLICA EN EL UMBRAL DEL TERCER MILENIO. A) UNA IGLESIA PRESONERA DE SUS ESTRUCTURAS HISTÓRICAS. La Iglesia católica llega al tercer milenio presa de sus construcciones, presa de su pasado: los fallecidos oprimen a los vivos y les quitan cualquier independencia. La Iglesia está llena de personas de buena intención. El alegato oficial está repleto de buenos sentimientos y de buenas resoluciones. Hoy día la Iglesia solicita perdón a todos, multiplica los deseos de conversión y los actos penitenciales. Pero todo queda al nivel de las pretenciones, por el hecho de que tras el acto penitencial todo prosigue como antes. El clero desearía mudar, pero no puede: preso de la composición. Los obispos están llenos de buenas pretenciones, pero nada tienen la posibilidad de mudar. El Papa multiplicó los actos penitenciales, por servirnos de un ejemplo en la encíclica Ut unum sint, que es representativa del presente cautiverio de la Iglesia. Quisiese mudar, pero no puede ser: el pasado es mucho más fuerte que el presente. El Papa empieza por un acto penitencial global referido al grupo de los católicos «La Iglesia católica reconoce y confiesa las debilidades de los hijos» (n.
3). Entonces él explicita extensamente la alusión a la conversión de Pedro, que se utiliza para ingresar el tema de la conversión del Papa (n.4): “El Obispo de Roma ha de ser el primero en llevar a cabo suya, con furor, l oración de Cristo por la conversión que es importante en “Pedro” para lograr ser útil a los hermanos”. Ninguna explicación: de qué conversión se habla ¿conversión de qué? Si hablamos de errores particulares, van a ser errores sin relevancia. Absolutamente nadie considera que el inconveniente sea la carencia de perfección ética de los católicos, menos aún la falta de santidad personal del Papa. Todo lo mencionado da la impresión de ser artificial. Formalismo del lenguaje eclesiástico, que no llega a seducir. Pues el inconveniente no es la santidad personal, y si la composición. El desafío de hoy de la Iglesia no es la santidad personal del clero. El inconveniente reside en la composición que le apremia y que provoca que los propósitos de conversión queden paralizados al nivel de las buenas pretenciones. En el momento de accionar la composición se enfrenta a cualquier cambio y el sacerdote está ahí para “utilizar la ley”. Los ns. 95, 96 y 97 desarrollan el inconveniente del ministerio de Pedro, obstáculo para el ecumenismo. El Papa cita y también introduce en la encíclica una citación de la Homilía en la basílica San Pedro en la presencia del patriarca ecuménico Dimitrios I ( 6 de diciembre de 1987). “El Espíritu Beato nos de luz y también ilumine a los pastores y teólogos de nuestras Iglesias, a fin de que tengamos la posibilidad procurar, naturalmente juntos, las formas a través de las que este ministerio logre llevar a cabo un servicio de amor, famoso por unos y otros . Quedamos en esto. Ninguna alusión hasta la actualidad a estas “formas” novedosas que se precisarían. No obstante, sin reforma de de qué manera se ejercita la autoridad del Papa, no puede pensarse ni en la reforma del ministerio episcopal, ni en la reforma del ministerio presbiterial. Todo queda negado. No es teología y sí historia. La Iglesia es presa de la capacitación de construcciones y la composición del ministerio del Papa impide cualquier cambio en los escenarios inferiores. Se multiplican los llamados para conversiones particulares, pero estos llamados solo incrementan el desánimo por el hecho de que no tiene que ver con falta de buenas pretenciones. Señales importantes de esta fuerza de las construcciones. Por un lado, las comunidades eclesiales de base son recuperadas por las parroquias. Por otro lado, el accionar popular de los laicos es recuperado por la “pastoral popular”, esto por la composición diocesana. Todavía no existe lugar al aire libre para los laicos. Sin cambio importante en la composición, todas y cada una de las tentativas surgidas desde la base van a ser reabsorbidas y neutralizadas. B) ESTRUCTURAS DE DOMINACIÓN. La parroquia. Comencemos por la mucho más aparente, la que circunda a todos y cada uno de los católicos: la parroquia, mucho más especialmente la parroquia urbana que es la que abraza la enorme mayoría. La parroquia infantiliza a los paisanos, más que nada esos que mucho más ayudan. Ya que en la parroquia todo viene desde arriba hacia abajo. El vicario en la parroquia es mucho más eficaz que el Papa en Roma. Tiene jurisdicción universal, lo que quiere decir que toma todas y cada una de las resoluciones solo. Crea cerca de sí una corte de personas infantilizadas que coinciden con todo cuanto manda el vicario, pero que la aíslan del grupo de los paisanos y, mucho más aún, de todo el mundo exterior. Así, la parroquia se hace extraña a la evolución de la sociedad y forma un pequeño planeta, una isla en medio de la región. Crea una subcultura completamente bajo el control del párroco. Este se considera enviado de manera directa por Dios para gobernar el rebaño. Es servidor pero sirve gobernante. Hay salvedades, pero el esquema marcha todavía en los más destacados casos. Este sistema es el primordial responsable de la falta de madurez humana de los paisanos, por la debilidad de fe y de la espiritualidad de la mayor parte de los laicos que sienten relajados en su pasividad. De ahí la revelación y el sentimiento de independencia de quien entra en una Iglesia pentecostal o en un movimiento atractivo. En la parroquia no aprendieron la independencia, no hicieron la experiencia personal de Jesús. Nutrieron la religiosidad de su niñez y solamente. Los más destacados rectores intentaron socorrer la situación ingresando otros elementos en su parroquia, pero no consiguen en cambio extremista. En el momento en que los laicos se desarrollan, acaban dejando la parroquia pues no se sienten a intención. La parroquia está estructurada cerca de los sacramentos. La catequesis es la preparación a los sacramentos, la vida cristiana es el paso de un sacramento a otro. Los ritmos de vida parroquial son los ritmos de los sacramentos. No obstante, esta prioridad de los sacramentos en la vida día tras día de la Iglesia hace de los curas fundamentalmente gestores de los sacramentos, corren por todos lados para ofrecer sacramentos. El éxito de la pastoral son los sacramentos y no la evangelización. Esta está incluida en los sacramentos. No obstante, la preparación a los sacramentos jamás es el sitio conveniente para evangelizar. Nuestra catequesis se convierte en un formalismo sin secuelas. Incontables son los curas que lamentan esta situación, pero nada tienen la posibilidad de mudar. Son presos de la composición. Se tienen que constituir y liquidar las pretensiones al nivel de lo que el sistema deja. 2. A nivel diocesano lo que se aprecia es una creciente burocratización. Se multiplican los organismos, las asambleas, papeleo. La edad de los ordenadores llegó a tiempo para ofrecer un nuevo impulso a la burocratización. Muchas ocupaciones en teoría evangelizadoras constan fundamentalmente de asambleas de planificación y de asambleas de evaluación. Hay curas y agentes de pastoral que van de una asamblea a otra. El número de “pastorales” va medrando sin cesar y siempre y en todo momento son exactamente las mismas personas las que están presentes en todas y cada una de las asambleas. El número de documentos eclesiásticos es tal que nadie es con la capacidad de leer todo. Ningún obispo puede leer todo cuanto viene de Roma. Ningún cura es con la capacidad de leer todo cuanto viene de la diócesis y naturalmente ningún laico se entera de todo cuanto fue anunciado y prácticamente ninguno leyó. Entonces ¿por qué razón divulgar tanto? ¿Para reiterar en tantas ocasiones exactamente el mismo alegato? ¿No va a ser la patología de la burocracia la que transporta a opinar que las expresiones son acciones y convierten las realidades? Lo que sucede con esta inflación de papel impreso es que cada uno de ellos actúa por cuenta propia tal y como si estos documentos no existiesen. Mientras que, la profusión de papeles y alegatos incrementa el formalismo. O la persona deja de lado de manera sistemática toda esta literatura, o termina aburriéndose. Especialmente cuando siente que todos estos alegatos siempre y en todo momento repiten lo mismo, tal y como si la reiteración de exactamente los mismos temas pudiese forzar mágicamente la transformación de la verdad. De ahí el efecto de liberación de los movimientos atractivos o pentecostales: el grito reemplaza a los alegatos en teoría racionales. La espontaneidad resurge y desaparece el privilegio de la clase de los mandarines que conocen el misterio del lenguaje usual de las curias y del clero. 3. La inercia de la Iglesia. Todo, toda la programación pastoral vienen de arriba abajo. Viene de conceptos abstractos de una teología abstracta. Del abstracto se quiere llegar a lo preciso. Algo irrealizable. 500 años de modernidad y avance de la ciencia enseñaron la ineficacia del procedimiento escolástico puramente deductivo. Se crea una testera, la impresión de que todo marcha, pero no marcha. Las asambleas de evaluación se usa para persuadirse de que todo está bien, de que todo marcha bien, pero no marcha. Este mecanismo procede de la lealtad empeñada en el procedimiento escolástico: intención obstinada, “pertinaz”, incorregible, pese a 500 años de pensamiento moderno: la Iglesia prosigue suponiendo que su procedimiento es eficiente y gasta energías inmensas para probar que lleva razón en el momento en que no lleva razón. Lo que se genera es un pueblo inerte. Los evangélicos son el diez% de la población de Brasil pero son un diez% activo. Los católicos son un 80% pero los activos, misioneros activos, no sobrepasan y 3 o el 4 por ciento. ¿De dónde viene esa inercia? ¿Por qué razón alguien que fue un católico pasivo 20 o 40 años, de pronto se regresa una fiel activo? Esto no se enseña por los dineros norteamericanos, ni por la presión ética de los pastores ni por las otras motivaciones presentadas por el Instrumentum Laboris del Sínodo de Américas. No obstante, existen muchos católicos que estarían prestos a asumir un papel activo. Toda vez que se hace un llamado para misioneros o evangelizadores, una cantidad enorme de personas se muestran. Infelizmente, tras poco tiempo, se desalientan: la composición no fue llevada a cabo para acoger, animar, alentar las ideas de los laicos. Incontables son los laicos ex–alguna cosa, que trabajaron y se dedicaron y salieron desilusionados. Hay inmensas reservas entre los laicos. Fue de esa reserva que salieron los cien.000 pastores y los millones de leales de las Iglesias pentecostales y millones fueron asimismo recuperados por los movimientos atractivos católicos. El tercer milenio comienza en un ámbito de religiosidad realmente fuerte. Infelizmente la composición tan eclesiástica no semeja estar dispuesta para acoger y orientar esa renovación religiosa tan fuerte como imprevisible. 3. Las tentaciones de la religiosidad habitual. La Iglesia Universal del Reino de Dios explota de manera sistemática elementos de la religiosidad clásico, privilegiando los mucho más superticiosos. De este modo actúa asimismo la llamada Iglesia brasilera. Recientemente semeja que nació entre los católicos la tentación de imitar semejantes recuperaciones de aquello que es mucho más vulgar, mucho más pagano en el cristianismo clásico. Excitar el sentimiento de milagro, beneficiar las visualizaciones tan varias, especialmente las pseudo-visualizaciones de Nuestra Señora. Todo eso puede atraer multitudes, pero no evangeliza. Aún en una cultura técnico-científica siempre y en todo momento va a haber bolsones de analfabetismo, de religiosidad clásico como las magias, las sanaciones increibles, la expulsión de los diablos, las visualizaciones de entes divinos. No obstante, examinar esa vía únicamente servirá para atraer el desprecio de la gente normales. Para bastantes pentecostales protestantes de la Iglesia Universal es una vergüenza: sienten vergüenza de estar puestos en exactamente la misma categoría. La explotación vulgar de esa religiosidad que no es de origen católico, pero si de origen pagano previo al cristianismo y procede de viejas civilizaciones rurales de todo el mundo ibérico pre-de roma o de todo el mundo indígena, no puede ofrecer buenos frutos. Va a hacer de los curas unos magos aprovechadores de la credulidad habitual. En un corto plazo, puede reclutar seguidores e inclusive agarrar bastante dinero. No obstante, en un largo plazo los efectos van a ser devastadores. 5. La Iglesia dominada por la civilización. La crónica de la cristiandad fue la crónica de la inculturación del cristianismo en una cultura de origen helenístico. A lo largo de prácticamente 15 siglos la Iglesia quedó presa de la civilización con apariencia de “societas christianas” . Siempre y en todo momento hubo mártires, beatos, reales cristianos, reales fieles: se encontraron entre los pobres y en ocasiones entre hijos de ricos que hicieron abandono de la riqueza. Todos debieron socorrer su fe de la prisión de la civilización. De modo general, fueron sospechosos, en ocasiones condenados. Las inculturación es una horrible trampa: en vez de la cristianización de la civilización lo que sucede es una reducción del cristianismo a una cultura. Visto que esa cultura, como todas y cada una de las etnias contemporáneas, era intensamente religiosa, dejó el engaño a lo largo de 1500 años. Confundieron el dios de la civilización con el Dios de la Biblia, y reflexionaron venerar al Dios de la Biblia en el momento en que adoraban al dios de la civilización. No es aquí el sitio de realizar una retrospectiva histórica. No obstante jamás se puede dispensar de un retorno a la historia. La cristiandad tuvo 2 caras o 2 realizaciones: la Oriental y la Occidental. La Oriental predominó y prácticamente se confundió con el cristianismo a lo largo del primer milenio, si bien el imperio Bizantino haya subsistido hasta 1453. No obstante, tras el año cien la ascensión de Occidente tiende a achicar la luz del cristianismo bizantino, (si bien este se renovase bastante en el planeta ciervo). El primer milenio fue gobernado por la inculturación creciente en el platonismo, pese a los sacrificios de los primeros siglos y de la resistencia de muchos frailes. El ámbito se encontraba tan empapado que no fue viable escaparse. Del platonismo entró en la Iglesia la división del alma y del cuerpo con apariencia de enfrentamiento. Desde ese momento la salvación es la pelea del alma contra el cuerpo. Nuestra vida monástica derivó en ese sentido, aún en el momento en que deseaba ponerse en contra a esa filosofía. Seguidamente, el católico dividió la vida futura de la presente. Exaltó de tal modo la vida futura que la vida presente perdió valor y concepto católico: la vida presente vale como preparación para la vida futura y todo el presente debe de sacrificarse por la vida futura. En tercer sitio, entre la contemplación y la acción, el Oriente católico elige la contemplación. Por tanto no tuvo la preocupación de mudar este planeta, tornándolo mucho más humano, mucho más evangélico. Pensó que la vida sacramental alcanzaba para santificar el planeta y proclamar la resurrección del Señor. Claro está que esas tendencias no desaparecieron en Occidente. Estuvieron asimismo presentes, pero otras fueron dominantes. El segundo milenio fue marcado por la adopción del esquema imperial. De la pelea entre el sacerdote y el imperio nació la composición de todo el segundo milenio. El Papa se recubre de atributos imperiales. Es el jefe supremo de la cristiandad, solicitado de sostener la paz y la justicia. De ahí la inclinación para regentar el planeta por medio del poder político. De ahí asimismo la organización de la Iglesia de modo vertical. A poco caminar crea el término de magisterior: la Jerarquía se muestra como fuente enserio: todo viene de arriba para abajo. La realidad del evangelio deriva del Papa, que la trasmite a los obispos y estos a los progenitores y estos al final a los laicos. La vida eclesial queda regulada por leyes poco a poco más rigurosos. Las leyes vienen de arriba para abajo. El pueblo laico es pasivo tanto en la fe como en el accionar. Recibe todo ahora hecho. Basta obedecer, De ahí la centralización de la Iglesia que va medrando hasta lograr su punto culminante hoy día, en tanto que el Vaticano II no logró influir en las construcciones de la Iglesia. El Vaticano II provocó un divorcio entre la teoría y la práctica. La práctica prosigue como antes, bajo las apariencias de una exclusiva teología. Al tiempo, la centralización transporta a la uniformización: un código de leyes, un catecismo, un ritual, exactamente el mismo para todos, exactamente la misma organización del pueblo católico. Este esquema no deriva del nuevo Testamento y si del Imperio De roma, del derecho de roma y de la filosofía subyacente en ese derecho. El cristianismo se inculturó tan bien en la civilización imperial romana que no logra desvincularse de ella. La eclesiología de la Iglesia occidental fue estructurada según el modelo de Belarmino: la Iglesia se puede cotejar con el reino de Francia y con la república de Venecia. Como ellas, la Iglesia sería una sociedad fundamentada en un poder absoluto. Todo prosigue el esquema del Estado monárquico. Los ciudadanos tienen que cada un cumplir un su papel bajo la dirección de la jerarquía. Sin más ni más. El esquema imperial y la eclesiología inspirada en él fue muy criticada por los teólogos del siglo XX, que lograron ingresar ciertos temas sacados de la Biblia o de la tradición vieja. No obstante, los teólogos no lograron mudar la composición, que sigue siguiendo el modelo imperial de modo hasta mucho más recio que jamás De ahí una sepa del Espíritu Santurrón en la Iglesia jerárquica a lo largo de todo el segundo milenio. El Espíritu Santurrón va a ser invocado por todos y cada uno de los movimientos de oposición. Ya que el esquema imperial no fue recibido universalmente. Halló la oposición del movimiento de los pobres y de los movimientos de retorno al evangelio que recorrieron todo el milenio y desembocaron por último en los cismas de la Reforma. Por una parte, las manifestaciones representando a una teología del Espíritu Beato y, por el otro, un clero que se pone poco a poco más recio en la defensa de modelo vertical. En el esquema imperial la comunicación entre Cristo y el pueblo católico se hace por mediación de la jerarquía que detenta el magisterio. Según la teología del Espíritu Santurrón (herencia del primer milenio) la comunicación entre Cristo y el pueblo se hace por el Espíritu Beato. Este actúa a través de varios carismas, entre los que está el carisma de gobierno y el carisma de los apóstoles que no está guardado a la jerarquía. Ejemplo propio de la eclesiología vertical es el Instrumentum Laboris para el Sínodo de América de 1997. Ninguna alusión siquiera Espíritu Beato en la exposición de la eclesiología. El archivo reanuda la eclesiología de comunión, interpretada en el sentido vertical. Lo que tiene por nombre comunión es la obediencia al Papa y a todo el sistema montado por la Curia romana en el decorrer del segundo milenio. Lo que causó fue una inculturación excesiva, donde la civilización apagó el evangelio, riesgo que siempre y en todo momento amenaza a la Iglesia. Llevar a un integrismo poco a poco más recio. Trento fue el instante en que la Iglesia se inclinó radicalmente para el clericalismo como contestación al protestantismo: la Iglesia responde cerrándose en su pasado. Dio lo que dio: el cristianismo escapó de las manos de las Iglesias y anda suelto por el planeta, creando las formas mucho más imprevisibles o extrañas. La modernidad se distanció de la Iglesia, que únicamente empezó a reaccionar en el siglo XX, sin llegar a las conclusiones. B) UNA SOCIEDAD ALTERNATIVA. En la modernidad y en la pues-modernidad sobreviven varios temas cristianos, si bien desorganizados, cortados de sus fuentes, de ahí resultó un modelo de sociedad que globalmente no es católico. De hecho los elementos cristianos, derechos humanos, independencia, solidaridad, felicidad para todos, promoción de los pobres, van reduciendo enfrente de la prioridad dada a los valores de la sociedad ascendiente. Lo que se asegura poco a poco más es la prioridad del desarrollo económico antes de todo – propósito confesado abiertamente por el presidente de Brasil – o sea, la acumulación del capital, el incremento de la riqueza que, en verdad, es poco a poco más el capital financiero, designado a medrar por la especulación. El capital de hoy no genera mucho más recursos materiales o servicios, genera mucho más capital. Los humanos están de ahora en adelante mucho más inferiores al dinero; todo debe obedecer a las demandas del dinero. El primer propósito – confesado por las autoridades – es atraer capital extranjero, si bien sea por causas especulativas. Todo el resto está subordinado a tal prioridad. Esta sociedad sencillamente no es mucho más cristiana, de hecho es precisamente pagana, anticristiana, más allá de que se reserve un espacio a la religión para consolar a las víctimas del sistema. Aún sobrevive. Los cristianos habrán de estar a la cabeza de los proyectos para una sociedad opción alternativa. Esta empezará con núcleos pequeños de conjuntos de resistencia, cuyo testimonio deberá concienciar a la raza humana entera de forma que sea desacreditado el modelo que existe y que se cree la convicción de que se debe mudar. Hay tareas para generaciones enteras. El modelo del capitalismo financiero dominante no va a ser derruido en el siglo XXI, quizás tampoco en el siglo XXII. Hacer un modelo nuevo de sociedad es labor para el milenio entero . . . aun de este modo se precisa empezar ahora. Si no fuese de esta manera, el emprendimiento va a ser postergado para el cuarto milenio. (*N.T.) Transcriptor – editor: Enrique A. Orellana F.