cuando el cristianismo pasa a ser religion oficial roma

Los emperadores Licini y Constantino en asambleas festejadas en Milán en el mes de febrero del 313 establecen que “a todos y cada uno de los súbditos, incluidos de manera expresa los cristianos, se les autoriza a continuar libremente la religión que mejor les pareciese”. Se superaba el decreto con el que Galeri unos años antes aceptaba a los cristianos.

Este año festejamos el décimo séptimo aniversario del decreto por el que los cristianos lograron vivir, sin parar de ser cristianos. Los emperadores Licini y Constantino daban este “Edicto de Milán”, uno para Oriente y otro para Occidente, y con él, los cristianos irían ascendiendo la escalera de los cargos en el Imperio. En verdad, uno de exactamente los mismos emperadores que concedieron el decreto al que hablamos, terminó siendo católico y concediendo a la Iglesia tantas donaciones que serían los cimientos del poder temporal que pasados ​​los años tendría la Iglesia. Su madre que figura entre los beatos, santa Elena, sería una de la gente que ejercerían su influjo a fin de que pasados ​​unos años, la religión que fue perseguida en un intento de ahogarla en sangre, acabara siendo la única opción religiosa que daban a sus súbditos los propios emperadores: nos nos encontramos refiriendo al decreto Cunctos Populos con el que el emperador Teodosio declaraba a la Iglesia Católica la única religión que podía seguirse en los dominios del imperio. En tres siglos se había pasado de ser una religión condenada, a ser la única apoyada desde nuestro poder civil, hasta el punto de quedar prohibidas el resto.

Cristianos en el planeta, novedosa serie en Famiplay

Exactamente esta semana estrenamos en Famiplay la primera temporada de “Cristianos en el Planeta” la serie de Catholic Radio & Television Network (CRTN), que busca anunciar la historia del cristianismo en diferentes unas partes del planeta desde sus principios hasta esta época. Cada jueves vas a tener 2 nuevos episodios de estreno en nuestra interfaz 😉

En el primer capítulo de la distribución que estrenamos el día de hoy: «Irak: una tierra de beatos y mártires», se hace un análisis sobre el origen bíblico del enfrentamiento de hoy del país.

Persecución al Cristianismo

La religión oficial romana era politeísta, veneraban distintas dioses y pensaban que el favor de los dioses era preciso para asegurar la seguridad del país. Los Cristianos, creían en un Dios único que nada debía ver con los dioses romanos, por esa razón los líderes romanos consideraban que el Cristianismo se oponía, no solo a la religión oficial sino más bien por el hecho de que suponía una amenaza para el estado no venerar a los dioses romanos.

Este suceso, relacionado a que la mayor parte de seguidores del Cristianismo eran plebeyos o esclavos propició que el estado empezara una persecución irracional contra los Cristianos. Estos se veían obligados a entrenar su religión en misterio en los entresuelos de la región, en las llamadas catacumbas. En caso contrario eran apresados por legionarios romanos y detenidos, la mayor parte de ellos morían de múltiples formas, la mucho más espeluznante era la desaparición en la arena del coliseo. Se dejaba un conjunto de Cristianos en el centro del Anfiteatro y se soltaban leones que por último les devoraban.

UN PASO QUE ABRIÓ EL CAMINO

Todo cambió con el próximo emperador, Constantino, y su compañero Licini, que firmaron otro edicto de independencia religiosa que, no obstante , transformaba el cristianismo en religión licita: sin ser oficial (fuera del gobierno), es un culto tolerado por considerarle “no ateo”. Este es el popular Edicto de Milán (Lactancio, De Muerte. Pers. 48), si bien no fue técnicamente un edicto, ni se firmó en esta localidad:

“Teniendo en cuenta desde hace cierto tiempo que no es necesario negar la independencia de religión, sino es requisito pactar a la razón ahora la intención de cada uno de ellos la capacitad de encargarse de las cosas divinas, cada uno de ellos según su prioridad, habíamos invitado a los cristianos a que guardasen la fe de su secta y de su religión. ” (“Edicto de Milán” en Lomas: 413)

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