conversión de los pueblos nórdicos a la religión cristiana

Esta ancestralidad árabe asimismo fue antecedida por un esplendor politeísta. Del mismo modo, cabe indicar que el monoteísmo no es una noción que ha de ser achicada a la trilogía judío-católico-musulmana. El erudito en cuneiforme Stephen Langdon mostró que en la situacion del pueblo sumerio (Irak), el monoteísmo antecedió al politeísmo. El faraón egipcio Anaketon había instaurado la concepción de un solo Dios. Los persas (Van a ir) desarrollaron una visión monoteísta y de este modo ciertos otros pueblos.

De esta milenaria ancestralidad árabe, desde Ur (Irak), llega a Palestina el pueblo hebreo y se le llama de esta manera, en referencia «A los que llegaron al otro lado del río », el Río Jordán. Su enorme aportación entre otros muchos sería el monoteísmo judío que más tarde de sí fluye el monoteísmo católico-musulmán. Esta trilogía religiosa no solo viene de una misma etnicidad, el árabe, o sea, toda la suma de un ancestral diverso que el día de hoy es el epílogo árabe, sino asimismo en lo espiritual, doctrinario y filosófico guardan una misma raíz y leño, del mismo modo son las llamadas las religiones Abrahamicas.

Cambios culturales

Tengamos en cuenta que al comienzo los cristianos eran reconocidos como una secta judía, pero el cristianismo era entre las religiones mucho más esenciales, en tanto que esta sostuvo mucha interrelación con pensadores grecorromanos.

La imagen cristiana de Dios se basa en el judaísmo, en tanto que las dos religiones creen en un constructor salvador y misericordioso, donde el mensaje central es la creencia en la encarnación de Dios en su hijo Jesucristo, quien vino a la tierra para padecer y fallecer en la cruz y poder redimir a la raza humana de sus errores y después resucitó. El cristianismo en sus comienzos sostuvo un enfrentamiento espiritual con los judíos y los grecorromanos, hasta el momento en que empieza su misión de prolongar el mensaje católico a los paganos.

La vida de las ciudades norteñas.

Dinamarca, Suecia y Noruega no formaban solo una nación, sino eran agrupaciones de pueblos que compartían una lengua, unas prácticas y una religión. En ese caso estaban los celtas, que estaban asimismo divididos en distintas pueblos con una tradición y más que nada una religión común.

Las condiciones de vida a las que se encaraban estos hombres eran extremas por la dureza del tiempo. Se repartían en pequeñas comunidades autónomas y que vivían de manera autosuficiente en las riberas de los ríos y de los fiordos. La distancia entre los pueblos y los inacabables y fríos inviernos no favorecían su comunicación ni su unidad. Ocasionalmente se hacía nudos por los matrimonios entre los clanes y las guerras. Los matrimonios evitaban que estos pobladores cayesen en una endogamia que desgastaría a la raza. Las guerras eran otro punto de contacto, puesto que estos pueblos acostumbraban a sumarse para incursiones a otras tierras. Si bien asimismo eran usuales las riñas entre sí.

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