como se vivia la religion en la edad media

La literatura medieval es muy conocida, singularmente en lo referente a los ciclos de caballería, en los que se explicaban las aventuras de los guerreros cristianos en un planeta extendido, lleno de magia y de secretos. Eran por norma general contados mediante símbolos y metáforas cristianos o religiosos.

Estos ciclos, como el artúrico o el bretón, iban después acompañados de bestiarios, libros con frecuencia complementados con imágenes en las que se llevaba la cuenta de los animales populares por el hombre, varios imaginarios, y también interpretados desde una ética cristiana.

Papel de la Iglesia en la Edad Media

En Occidente, la Iglesia se vinculó íntimamente a la sociedad feudal; nuestra Iglesia era un enorme poder feudal, ya que tenía la tercera una parte de la propiedad territorial de todo el mundo católico y entre otras muchas cosas, tenía derecho al diezmo, que era la décima una parte de las cosechas de toda la multitud.

¿Qué fue la temporada medieval?

La temporada medieval, asimismo llamada Edad Media o Medievo, fue el periodo de la historia que sucedió en la Edad Vieja, que concluyó con la caída del Imperio de roma en el siglo V d. C., y que precedió a la Edad Actualizada, que se inició con el hallazgo de América en 1492.

La temporada medieval sucedió en Europa entre los siglos V y XV dC. C. y fue considerada una temporada de ignorancia, superstición y opresión popular, en contraste a la edad vieja y la edad actualizada que se recalcaron por sus adelantos en las artes y las ciencias. No obstante, con el paso de los siglos se entendió que la temporada medieval fue un periodo esencial y dinámico que dejó lograr una unidad cultural sin precedentes en Europa.

La otra cara del temor: La desaparición como espectáculo.

Resulta horriblemente contradictorio ver de qué forma una sociedad que está inmersa en el temor frente la desaparición, y que se siente asediada cada día por esta, disfrute observando las ejecuciones públicas en las ciudades medievales.

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Era un acto prácticamente protocolario y dantesco, pero al que asistían la mayor parte de los ciudadanos. No había hombre, mujer ni niño que no asistiera a la plaza a presenciar las torturas y ejecuciones en el momento en que se generaban. ¿Habían perdido la sensibilidad al estar tan familiarizados con la desaparición? Es viable, si bien no se sepa con seguridad. Lo que sí queda cristalino en frente de las indagaciones es que se goza. “Todo es un espectáculo. Se estima con emoción que llegue la carreta con los que van a fallecer, y es simple imaginar que su aparición levanta aplausos, risas y, de qué manera no, insultos”. (Bien Domínguez, 2001. Pág. 295.)

Por consiguiente, este es un factor mucho más para poder ver de qué manera la localidad medieval, y en su extensión, la sociedad, se encontraba empapada por la desaparición. En ocasiones tan temida y otras aun disfrutada.

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