El Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Postsinodal “Amoris Laetitia”, apunta: “En la familia –que podría nombrarse iglesia doméstica– madura la primera experiencia eclesial de la comunión entre personas, donde se refleja, por felicidad, el secreto de la Santa Trinidad. ‘Aquí se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el cariño fraterno, el perdón desprendido, aun reiterado, y más que nada el culto divino a través de la oración y la ofrenda de nuestra vida’”. Instruir y educar en la fe cristiana no es labor simple. Primeramente, por el hecho de que hoy en día la Iglesia atraviesa por distintas adversidades, donde familias y fieles fueron abandonando los ritos religiosos. Además de esto, instruir en la fe a pequeños que están en etapa anterior a la escuela supone el desafío de poder amoldar lo que se dijo en términos y lenguaje que los pequeños entiendan. No obstante, ¿por qué razón es esencial educar en la fe desde los primeros años? Los pequeños preescolares van integrando lo que ven a su alrededor, tanto lo verbal como lo no verbal, con lo que una auténtica relación con Dios en edades tempranas distribución las bases sólidas para medrar y también integrar los principios de amor, verdad y humildad en el corazón de los pequeños; y en la medida en que los progenitores transmitan el cariño y la fe en Dios, ellos asimismo van a poder confiar y empaparse de la fe cristiana.
¿De qué forma trasmitir la fe en Dios a pequeños en edad anterior a la escuela?
¿Debemos charlar al niño sobre la religión donde medramos aun si absolutamente nadie cree en ella?
Es esencial trasmitir y sostener nuestra historia familiar.
Lo recibimos y debemos transmitirlo de generación en generación. No obstante, es esencial entender que charlar de nuestras opiniones no quiere decir que vayan a ser impuestas.
Dios desea que estemos seguros
Aparte de acompañados, es esencial que los pequeños sepan que Dios siempre y en todo momento busca defendernos. Tenemos la posibilidad de explicarles que Dios es como el guarda de seguridad que detiene las actuaciones a fin de que tengamos la posibilidad atravesar la calle sin riesgo.
Perdonar a alguien significa dejar de estar enojado y jamás dejar de opinar en él. Da igual lo que hacemos, Dios redacta todo lo malo que hacemos, y después lo borra. Regresa a confiar absolutamente en nosotros.