budismo: la religión de la no-religión alan watts

La gran predominación alcanzada por el budismo hay que, en buena medida, a la capacidad con que un sendero de liberación originario de la vieja India se vio transformado por sus fieles hasta terminar transformándose en algo alcanzable para gente de etnias muy distintas. Como afirmaría Alan Watts en el curso de un seminario festejado dentro de casa flotante en Sausalito (California), a fines de los años sesenta: Los hinduistas, los budistas y otros pueblos viejos no establecen, como hacemos nosotros, diferencia alguna entre la religión y el resto puntos de la vida. La religión no es un compartimiento apartado de la vida, sino más bien algo que la empapa completamente. Pero en el momento en que una religión y una cultura están tan intensamente superpuestas, resulta realmente difícil exportar la religión, por el hecho de que entra en enfrentamiento con las tradiciones, formas y prácticas establecidas por otros pueblos. Conque frente el interrogante, «¿cuáles son los argumentos fundamentales del hinduismo que podrían ser exportados a otras etnias?», la contestación mucho más correcta sería la próxima: el budismo. Como ahora he explicado en otras oportunidades, la esencia del hinduismo, su raíz mucho más profunda, no es una doctrina ni una especialidad particular si bien, por supuesto, supone disciplinas muy distintas. La esencia del hinduismo es la experiencia de la liberación, una experiencia llamada moksha, esto es, la disolución de la ilusión de que hombres y mujeres son entidades separadas en un planeta que no es mucho más que un añadido de cosas separadas nos deja conocer que, más allá de que en determinado nivel, somos una ilusión, en otro nivel somos lo que ellos llaman el sí mismo, el único sí mismo, la integridad de lo que hay. El interés de Alan Watts por el pensamiento oriental se remonta a la niñez, una temporada donde vivió cubierto de arte oriental. Su madre daba clases a los hijos de los misioneros que viajaban al extranjero, con lo que, con frecuencia, en el momento en que volvían de China, le obsequiaban bordados y pinturas de panoramas al estilo de los enormes artistas tradicionales de Asia. Años después, mientras que hacía un viaje por El país nipón con un pequeño conjunto de alumnos, Watts relató de la próxima forma el origen de su interés por el arte y la filosofía del Lejano Oriente: Se encontraba completamente fascinado por el vieja pintura china y de Japón: los panoramas, el régimen de las flores, la yerba y los bambúes. En todo lo mencionado había algo que me resultaba muy atrayente, si bien el tema fuera increíblemente ordinario. Aun en el momento en que era pequeño sentía la necesidad de entender cuál era ese extraño elemento que empapaba a los bambúes y la yerba. Estos pintores, de qué forma no, me enseñaron a conocer la yerba, pero había algo mucho más en sus pinturas que jamás terminaba de aprender. Este “un tanto mucho más” era lo que voy a llamar la religión de la no-religión, el máximo logro de un buda, algo que no puede ser detectado y que no deja huella alguna. De joven, viviendo en Kent (Inglaterra), la curiosidad de Alan Watts por las filosofías orientales le llevó a examinar las librerías de Cambridge y también entrar, al final, en la Buddhist Lodge de Londres, donde asistió a las conversas de Christmas Humphreys y conoció al erudito budista Zen D. T. Suzuki. Los primeros productos de Watts sobre el budismo, que tienen la posibilidad de hallarse en la recopilación de sus primeros escritos, reflejan una entendimiento del pensamiento budista bastante avanzada para la temporada. Sus 2 libros siguientes sobre budismo Zen disfrutaron de una gran popularidad y, a inicios de los sesenta, vivía en California, escribía sobre pensamiento oriental y recorría USA y Europa realizando giras de charlas. A lo largo de este periodo, Alan Watts viajó a El país nipón en unos cuantos oportunidades, una en 1963 y la segunda en 1965. Fue a lo largo de esta segunda visita en el momento en que grabó la serie de charlas que hoy día se conocen con el nombre de “Seminarios nipones” y que forman entre las mucho más terminadas introducciones en el budismo que ya están escritas en lengua inglesa. En estas charlas, Watts muestra los principios escenciales del budismo de manera muy breve, enriqueciéndolos con ilustrativas historias empapadas del espíritu de esta enorme tradición. Este volumen está compuesto de 4 episodios correspondientes a los «Seminarios nipones» -El viaje desde la India, El sendero medio, La religión de la no-religión, El budismo como diálogo- y 2 episodios sobre budismo tibetano grabados 4 años después , en 1969, dentro de casa flotante en Sausalito (California), La sabiduría de las montañas y Trascender la dualidad, configurando una selección que da una visión profunda y global sobre el avance del pensamiento budista y forma una increíble introducción a un de los caminos de liberación mucho más sorprendentes de todo el planeta. MARK WATTS agosto de 1995 1. EL VIAJE DESDE LA INDIA De la misma manera que para entender a Dante y la cristiandad medieval hay que comprender la cosmología y cosmovisión ptolemaica, cualquier introducción al budismo debe tener asimismo presente los antecedentes de la cosmovisión y la cosmología hindú. Por el hecho de que, más allá de que estas y su visión del cosmos han acabado empapando varios puntos de la vida de Japón a través del budismo, son muy precedentes a él. El budismo sencillamente las adoptó como una verdad en verdad, como nosotros adoptaríamos la cosmología de la astronomía actualizada si hoy en día inventáramos una exclusiva religión. Los humanos tuvieron tres enormes maneras de ver el planeta. Una es la visión occidental, que, por analogía con la alfarería o la carpintería, lo considera como una construcción o un aparato; después disponemos la visión hinduista, que lo considera como una representación, como una obra teatral; y, en tercer sitio, existe la visión orgánica china, que lo ve como un organismo, como un cuerpo vivo. La visión hinduista, ya que, considera al planeta como una representación o, dicho de otra forma, como lo que siempre y en todo momento es, siempre y en todo momento fué y siempre y en todo momento va a ser, el sí mismo (en sánscrito, atmario). El atman asimismo es llamado brahman, un término que procede de la raíz hebra, que significa medrar, extenderse o expandirse (y que está relacionado con la palabra inglesa breath, que significa respirar). De esta manera, Brahman, el sí mismo de la cosmovisión hindú, juega al hecho y ocultar consigo desde el principio de los tiempos. ¿Y hasta qué punto tenemos la posibilidad de perdernos? Según la visión hinduista, todos nosotros es la divinidad que se pierde por el fácil disfrute de hallarse nuevamente. Pues, por mucho más horrible que esto logre parecer en ocasiones, despertar de ese sueño siempre y en todo momento es increíble. Esta es la iniciativa primordial de la visión hinduista de todo el mundo, un concepto tan fácil que aun un niño podría comprenderla.

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