auge de las religiones orientales en el imperio romano

El pasado 5 de octubre se efectuó la charla virtual Disponibilidad y Lectoescritura: Abordaje de la lectura y la escritura en alumnos con discapacidad sensorial, al cargo de expertos de la Unidad de Educación Particular del Área de Atención a la Variedad, DEG-MINEDUC.

Esta charla tuvo como propósito dar elementos que dejan estimar el desarrollo de lectura y escritura como un desarrollo dinámico con extensas opciones de diversificación de formatos, métodos y elementos al servicio de pequeños, pequeñas y jóvenes con diversidades sensoriales como discapacidad visual, auditiva o sordoceguera. Se percató de aquellas peculiaridades propias de la condición de la gente ciegas, suecas o sordociegas y de qué manera influyen en las y los alumnos las creaciones sociales y las propias creaciones que definen su identidad, tal como las barreras para la comunicación, participación y el libre tráfico en el ambiente y en los distintos contextos. Como sucede en el contexto educativo, que en ocasiones levanta barreras que afectan a la participación y el avance en la trayectoria didáctica de esta población escolar.

Imperio colonial francés

Tras una «primera temporada colonial», en el momento en que los franceses llegaron a las costas de Norteamérica y conquistaron una vasta extensión desde Canadá hasta Luisiana (S.XVII-XVIII), el Imperio francés alcanzó su máxima extensión en una «segunda temporada colonial» (S.XIX-XX), tomando el control de una gran parte del Norte de África y múltiples zonas del sur de Asia.

Fue en 1830, con la invasión francesa de Argelia, en el momento en que comenzó el segundo imperio colonial de Francia. En 1881 se estableció un protectorado en Túnez, y de a poco el control francés se extendió por el Norte, Oeste y Centro de África, llegando a ocupar el territorio de los presentes Senegal, Malí, Mauritania, Guinea, Costa de Marfil, Níger, Chad… y un largo etcétera. Aparte de esta zona, en el conjunto de naciones africano asimismo controlaron Madagascar y el enclave de Yibuti (Somalia francesa), un punto estratégico en el Mar Colorado.

Bibliografía

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Introducción

Si bien vivamos en un planeta moderno, tecnológico y globalizado, las religiones todavía ostentan un inmenso poder de predominación política en la mayor parte de zonas del mundo. Distintas enfrentamientos intersectarios en los límites de las fronteras de expansión históricas de las considerables civilizaciones, contraofensivas en las sociedades seculares por la parte de movimientos fundamentalistas religiosos y enfrentamientos multiconfesionales como producto del nuevo orden mundial posmoderno y globalizado, anegan poco a poco más las header de los telediarios de novedades de todo el mundo, demostrándonos de qué forma el inmenso poder de los alegatos mitológicos forma, aún en la actualidad, entre los elementos mucho más poderosos de acción política.

Esta acción política, además de esto, deriva habitualmente en crueldad política, en tanto que frente a la promesa de un paraíso celestial, los componentes mucho más exaltados de estas comunidades religiosas tienen la posibilidad de transformarse en el guerrero especial: lo que allí está presto a efectuar la guerra santa ahora fallecer en ella.

De origen asiático y africano.

El culto a Cibeles, iniciado ahora con el contacto con Cartago a lo largo de la República, se sostuvo, asimilada a otras deidades como Atis, en el Bajo Imperio (esta fue la única deidad incorporada a la religión oficial desde de medios de la República (II a.C.) hasta Isis y Serapis por Caracalla en el siglo III dC (Garnsey y Saller, 1990: 201); Isis, desde Egipto, una diosa protectora en vida y ultratumba, con una división sacerdotal estructurada y una iconografía que se haría ver en el cristianismo (Blázquez, 1989: 470-471)

Aparte de estas, se extendió el culto, en especial entre las legiones, del dios Mitra, de origen iraní y cuyos ritos compartían aspectos mistéricos, era un dios persa universal y salvador, que asistiría a los leales en el momento de dejar el planeta terrenal, el que se veía como un espacio agonizante y horrible.El agua era singularmente simbólica en sus ritos de paso, festejaba la resurrección del cuerpo y su celebración mucho más señalada era l dia 25 de Diciembre. Fue tan reverenciada que el círculo imperial no fue extraño a él: contribuyeron distintas emperadores a su culto, sin por este motivo introducirlo en el planeta clásico de la religión romana: Caracalla, Septimio Severo y Diocleciano, mandatarios del siglo III, van edificaron santuarios aun en la localidad de Roma y elevaron su prestigio al del panteón clásico (Garnsey y Saller, 1990:202).

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