María Inés Páez Capriles
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Ofrecer mirándose a los ojos
Entre las prácticas y tradiciones de Alemania más frecuentes hebra mirándose de manera directa a los ojos. En el momento en que se ofrece, ¡aparte de decir Prost! o Zum Wohl!, es obligación realizar contacto visual directo con cada individuo con la que se ofrece, y ¡hay que chocar vasos con todo el planeta! Si no se hace se corre el peligro no solo de quedar como un individuo grosera, sino va a caer sobre lo que no ofrece adecuadamente la “maldición de siete años de mal sexo”.
En el momento en que empiezan por vez primera el instituto, en su primer día, a las pequeñas y pequeños alemanes se les obsequia una Schultüte, un enorme cono de cartón relleno de gominolas. De esta manera se les hace mucho más dulce el trago el paso a la escuela. Aparte de proporcionarles el Schultüte, festejan además de esto una celebración donde está convidada toda la familia y amistades, y el cono (¡que puede llegar a valer bastante dinero!) lo guardarán a lo largo de años como recuerdo de ese día.
Asimismo en el mes de febrero, en San Miguel de Azapa, Putre y Socoroma, se efectúa un ceremonial para desenterrar de manera figurativa Ño Carnavalón. Símbolo de la alegría, la fertilidad y la fortuna, el personaje y su carnaval gustan a cientos de pobladores de los pueblos mesetas. Es una celebración clásico mestiza que se festeja 40 días antes de la cuaresma católica, para resucitar al legendario personaje mítico que presagia felicidad todo el año.
Se habla, al unísono, de un saludo a la pachamama (la madre tierra) y al tata inti (el padre solo, los dos en lenguas nativas), con música, bailes y frutos de la región que garantizan abundancia.
Hay mucho más fiestas en el mes de febrero. En el sur de Chile, en la región de los lagos y bosques milenarios, se festeja la fundación de Valdivia. «En el río Carrer-Carrer se está bañando la luna», afirma una canción para destacar la hermosura del ambiente. Para conmemorar el jalón, ocurrido el 9 de febrero de 1552, decenas y decenas de embarcaciones dan vida a un corso fluvial, que cautiva a valdivianos y visitantes que llegan desde otros rincones de Chile y desde extranjero. Las naves acicaladas compiten por un premio a la mucho más glamurosa y son el marco idóneo para coronar a una reina de hermosura. Un espectáculo de fuegos artificiales cierra la celebración, al unísono que en las riberas de la Calle-Calle se gozan muestras artísticas, gastronomía y cerveza, rememorando la predominación cultural de los inmigrantes alemanes que poblaron la región desde el siglo XIX.